El periodo de los presidentes, gobernadores, alcaldes, podría ser de 6 años. O de 4, con transparentes reelecciones. Se hace (o deshace) muy poco en 4 años. Cada vez que sabemos de la transformación de una ciudad (Guayaquil, Sevilla) se liga a alcaldes reelectos.
La democracia posee la ¿virtud? de reflejar las masas que, generalmente, se equivocan (Sugiero leer El Coraje de la Verdad de Foucault). Y lo hacen porque se rigen más por emociones -bajas y ruines muchas veces- que por raciocinios. Más corazón, menos cerebro. Ese es el show al que asistimos en cada elección. Nunca olvidemos que los Nazis -después de fracasar en un golpe de estado- fueron electos… y Trump, Bolsonaro … «la inteligencia de las masas» está probada (es ironía).
El show que veremos este año, seguramente repita palabrejas como CAMBIO… esa de la que han abusado, abusan y abusarán presidentes, gobernadores, alcaldes, para enredar incautos. Pero tal vez sí podría haber un cambio: aquel donde se VALORe a los competentes, trabajadores, íntegros, por encima de quienes las masas «aman»: los cordiales, empáticos, «cercanos a la gente» (Sugiero Aniquilación de Houellebecq). Un símbolo viviente del lío que se tiene al elegir ese tipo de candidatos es Andrés Pastrana. De las personas más «carismáticas» que he conocido (1994) y un mediocre alcalde de Bogotá y presidente de Colombia. Votar por «las y los divinos» es una apuesta que, generalmente, sale mal, muy mal. Hay excepciones, como en todo.
Ya inició el festival de candidatos. Hay de todo. Dan pavor los que prometen el oro y el moro. Desconfíe de ellos y ellas. Más si le prometen un puesto o un contrato. Es MENTIRA. El estado no es una máquina de puestos o contratos, ni de producir billetes. Depende de los impuestos que pagamos todos. Las alcaldías y especialmente las gobernaciones son limitadas en sus recursos. ¡No se deje echar cuentos! Y tampoco crea en los que se la pasan criticando, nada proponen o proponen escaleras a la Luna … en fin, usted verá.
Sólo quien ha gobernado, ha estado en las entrañas del estado, ha entrado a la habitación «planeación», a la de «hacienda», ha «gestionado», ha intentado mover ese elefante; ha sido secretario, gerente de descentralizado, ha ocupado cargos, manejado presupuesto, contratado, se ha asustado cuando ha firmado. Y, si ha intentado HACER, seguramente le ha caído alguna «ia»: los torpes creen que todo aquel investigado lo es por ilícitos, y no, en Colombia «a nadie se le niega una investigación»: para eso están los enemigos…o los querulantes quienes creen que sólo ellos y nadie más, son puros, incorruptibles. En fin, sólo quien ya tiene experiencia en administrar -y en GOBERNAR- debería ser alcalde, gobernador, presidente (y Ministro…).
Tampoco funcionan quienes se la han pasado criticando, perdón, digo, «debatiendo» desde un órgano colegiado, o desde el activismo o la academia, (como algunas desafortunadas ministras), pues éstos conocen el estado «desde la puerta»; menos los ciudadanos sin ninguna experiencia en administrar o gobernar «lo público»: ¡peor!. Lo mejor que pueden hacer es «escuela», estudiando teoría en la ESAP y combinándola con la PRÁCTICA dentro del estado.
Es decir, si usted va a votar por un encantador(a) ¿de serpientes? que, como decía Peñalosa: «no ha administrado ni un parqueadero»; menos ha gobernado: que es diferente a administrado (ojo), entonces repetiremos el desastre Iván Duque… en el municipio, en el departamento. Si va a votar por alguien, por lo menos revísele la hoja de vida: LA EXPERIENCIA. Nuestra vida ha sido, es y será afectada, para bien o para mal, por quienes elegimos para que nos gobiernan ¿o no?.
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