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Nos guste o no la violencia, es importante recordar que el grito violento de un pueblo oprimido ha sido y sigue siendo un grito legítimo de quienes no tienen voz. No es excusa para el vandalismo desenfrenado, pero solo ha sido cuando los grupos marginados se tornan violentos que la sociedad y los poderes empiezan a escuchar y a ceder ante sus peticiones.

Hay esperanza porque los risaraldenses han demostrado que no tragan entero, las redes se han convertido en un arma crítica de cubrimiento y de denuncia ante espacios informativos y medios de comunicación que han decidido ponerse del lado del poder y no de la comunidad.

El acuerdo de Escazú es un convenio promovido por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe -CEPAL-, firmado en 2018 por 22 países y que tiene como objetivo “garantizar el derecho de todas las personas a tener acceso a la información ambiental de manera oportuna, a participar en las decisiones que afectan sus vidas y su entorno y a acceder a la justicia cuando se vulneren estos derechos”.

Con el corazón roto se leen los reportes de la Red Comunitaria Trans, indicando el asesinato de 32 personas en 2020. Personas con una valentía y un coraje inigualable, dispuestas a enfrentarse al repudio y a la estigmatización absoluta de una sociedad cerrada y prejuiciosa.

Gracias al Paro Nacional, el país pudo tener una conversación que se debía hace rato, acerca de las causas fundamentales de nuestros problemas y de muchas otras penurias que no habíamos visto o preferimos ignorar. Tal vez, si escuchamos con atención a aquellos a los que parece que nada les gusta, podríamos percatarnos de que el paciente está peor de lo que creíamos y que requiere cuidados inmediatos y tratamientos estructurales de largo plazo.

Así pues, el paro nació con un liderazgo colectivo que tumbó reformas y políticos del gobierno, creció entre el anarquismo impositivo, maduró entre los errados bloqueos y sangrientas represiones, y murió sin un liderazgo reconocido.

Seguramente la gente de bien, en cabeza de algunos senadores y el expresidente, seguirán aplicando las once jugaditas de la propaganda y llegarán fortalecidos a las próximas elecciones. Las campañas publicitarias de autoridad de Vicky Dávila y otros medios, se han robustecido y hoy vemos más anuncios “progobierno” en contra del “castrochavismo” y de políticas opuestas, que antes.

Urge la reconciliación. Urge identificar proyectos comunes. Urge ponernos en los zapatos del otro para ceder en las posiciones e identificar acuerdos en lo fundamental: la búsqueda del bienestar, equidad, desarrollo económico y la convivencia pacífica.

Se dio un desmonte del café, se empezó a ver un auge de venta de tierra cafetera para usarse en el cultivo de aguacate hass. En 2020, el municipio de Pijao contaba aproximadamente con 2000 hectáreas de producción de aguacate, y en los últimos 4 años, el Comité de Cafeteros ha dicho que al año la producción de café ha bajado en un 50%.

Cuando la ciudadanía estalla, es porque se han cumplido dos fases: la primera, una acumulación de ansiedades y frustraciones de la gente hasta niveles inaguantables y la segunda, un arranque espontáneo de la ira popular al mejor estilo de la película el Joker de Todd Phillips (2019).