Por: Eisenhower Dávila. | Docente de ciencias sociales.
Se conoció hoy que el Comité Nacional del Paro CNP, anunció la interrupción temporal de las movilizaciones. La medida ha sido celebrada por una y repudiada por otros.
El comité nacional del paro integrado por diversas organizaciones sociales y sindicales, recibió fuego amigo y enemigo durante todo el periodo de movilizaciones de mayo y lo que avanzó en junio del presente año.
Establecimiento y espontaneísmo contra la organización
El relato impulsado por el establecimiento acerca de que el Comité no representaba a quienes estaban en el paro en Colombia, hizo mella, aunque no caló lo suficiente, pues en la mayoría de los sondeos más de la mitad de la gente se sentía representada por él.
El CNP tenía presentado un pliego desde el 2019 y apenas hasta este año, producto de las movilizaciones, la prensa y el establecimiento se interesaron en él.
El CNP fue quien convocó la jornada de abril que después se transformaría en el largo paro nacional. Y aunque solo convocó a movilizaciones y nunca incitó a los bloqueos, el gobierno intentó adjudicárselos. Por un lado promovían el relato que el comité no representaba a quienes estaban en el paro, al tiempo que les achacaba cuanto bloqueo aparecía en el Valle del Cauca, Cauca, Nariño, Risaralda y algunas localidades de Bogotá.
Los líderes, opinadores e influenciadores en redes que adoptaron posiciones más extremas, coincidían con el gobierno nacional en desconocer el comité del paro, así, a medida que se radicalizaba la protesta, no había quien tuviera plena legitimidad a la hora de negociar.
Aprovecharon la desconexión inicial y la pésima estrategia comunicativa del CNP que le pasó cuenta de cobro a un comité con peticiones legítimas. Aún no se sabe si por la longevidad de buena parte de sus directivos, el comité llamó al comienzo a algunas jornadas virtuales de paro por precaución con el COVID19, justo cuando cientos de miles de personas con una alta participación de jóvenes, ya se la habían jugado por estar en las calles. Esa falta de sintonía con la realidad empezó a alejarlos de las movilizaciones y lo más grave, le dio impulso al discurso gubernamental y “anarquista” para empezar a desconocer al comité, hecho que servía a tirios y troyanos.
La puesta en escena.
El comité no supo modificar su puesta en escena y esto avivó el discurso anticomité que cada día gozaba de mayor propaganda en medios oficiales y redes de los influenciadores políticos. A esto el comité respondía con ruedas de prensa anacrónicas, con una mayoría de directivos en los que la falta de carisma y la abultada panza eran los elementos distintivos, fue su mayor estrategia ante el desafortunado discurso de burla que se promovía contra ellos para ocultar muchas de sus legítimas peticiones. Y rezagada solía aparecer en la foto la cara más amable del comité, una chica joven, carismática y preparada como lo es la líder estudiantil Jennifer Montoya, salía ubicada al costado de la foto, abrazando un libro y en pose subordinada.
No hubo quien les hiciera ver al espejo chileno de hace unos años cuando el mismísimo partido comunista de Chile, supo promover la figura fresca y juvenil de Camila Vallejo.
Entrenamiento para el 2022.
A propósito de la partida de Jesús Martín Barbero, valdría la pena un análisis de semiología acerca de cómo un comité con justas peticiones, que contó con la coordinación y convocatoria oportuna ante un ambiente de indignación ciudadana nunca antes visto en Colombia, no solo fue víctima de su ostracismo, sino que falló en la lectura de todos los signos de comunicación que jugaban en contra y a favor del mismo.
No supo cobrar sus victorias, a pesar de que bajo la acumulación del trabajo que por años han hecho estas organizaciones que hacen parte del CNP fue que se llegó hasta aquí. Y no nos referimos exactamente a qué debió levantar luego de caída la reforma tributaria, porque la verdad había el respaldo suficiente entre la ciudadanía que estaba en las calles, en sus balcones y en redes sociales, para seguir, pero si le faltó estrategia comunicativa y capacidad para maniobrar en aguas turbulentas, con una tripulación colmada de intereses y con varios aspirantes a capitán, en la que abundaban quienes para cumplir este fin, apostaban hasta por el hundimiento del barco para culpar a sus actuales capitanes por el rendimiento de los marineros.
Cada elemento de comunicación durante el paro, refleja el calentamiento de las elecciones para el 2022, desde el candidato de la Colombia Humana por el que votamos muchos Gustavo Petro, que desde antes llamó a hacer actividades por encima del comité del paro y cuando se le salió de las manos, intentó callar y luego calmar las aguas cuando ya ni a él lo reconocían. No fue este el líder que esperábamos para este paro histórico, sin mencionar que se reunió con empresarios israelíes mientras el país luchaba día a día.
También se movió la derecha en cabeza del uribismo que cuando se vio con mucha agua en el barco, apostó a desconocer a la contraparte (los dioses nos libren de una guerra con esta visión) e intentó aprovechar para echarle la culpa de todos sus males al comité del paro con el que no quiso negociar. Pero desde los analistas superfluos hasta los más sensatos, saben que este manejo le pasó factura al uribismo, y que su radicalización, aunque aviva a la fanaticada más irracional, les alejó el apoyo de buena parte del empresariado, la opinión pública y hasta amplios sectores de la iglesia, no hay duda son los mayores perdedores en términos electorales.
Y el centro que aunque más claro que las anteriores dos visiones, pensó más en el momento electoral que en el social. Fajardo y el resto, afinaron el discurso sobre las causas del paro y fueron de los primeros en manifestar que los bloqueos hacían más daño a la protesta que al gobierno, y hasta proyectaron cómo debía resolverse, pero la torpeza que los caracteriza los llevó a reunirse con Duque en pleno furor del paro y montar actos de campaña de la coalición en momentos de tragedias diarias.
Al final se impone el desasosiego.
Así pues, el paro nació con un liderazgo colectivo que tumbó reformas y políticos del gobierno, creció entre el anarquismo impositivo, maduró entre los errados bloqueos y sangrientas represiones, y murió sin un liderazgo reconocido. Ganaron más los que apostaron a aprovechar los muertos, heridos, desaparecidos y los daños, para sus campañas electorales al Congreso. Es un paro que quien lo creyera, al tiempo que nos dejó un gobierno con la peor desaprobación de la historia, también nos dejó con menos líderes de los que empezamos.