El pasado sábado 15 de octubre se celebró el Día Internacional de las Mujeres Rurales que estableció la ONU desde el 2008. Fue un reconocimiento a la contribución decisiva de la mujer en la seguridad alimentaria para la erradicación de la pobreza rural, y además un llamado a los estados miembros para implementar medidas que puedan mejorar la vida de las mujeres del sector.
Ahora bien, la profesora y agrónoma Liliana Álvarez, estudiosa del tema en la región, desglosa sobre la también definición de la Organización Mundial de Alimentos (FAO) al respecto de la mujer rural: primero, que la organización acierta cuando explica que: “en casi todos los países en desarrollo las mujeres dedicadas a la agricultura cumplen importantes funciones porque contribuyen a la seguridad alimentaria del hogar, obtienen ingresos, cuidan a la familia, se ocupan de la gestión de los recursos naturales y la biodiversidad”. Pero complementa; “la eficacia en el desempeño de estas funciones a menudo depende de las limitaciones que tengan de acceso a la tierra, mano de obra, capital y tecnología; y agregaría lo principal, de la desigualdad procedente de las políticas económicas, sociales y culturales” (Mujer rural: la suma de todos los olvidos. Álvarez Liliana. 2020).
Y complementa otros aspectos que con el correr de los años, se han ido omitiendo, entre estos, que es regla, las tareas domésticas no sean remuneradas o suelen implicar someterse a trabajos de menor incidencia en la producción, lo que dificulta su desarrollo económico y cultural. Y cita una cifra demoledora: de 5.4 millones de mujeres rurales censadas en Colombia, el 81% (ocho de cada diez), cumplen tareas dedicadas al cuidado del hogar, las que además consisten en largas jornadas de trabajo que inician antes que el día deje ver los primeros rayos del sol, y culminan mucho después que este se oculta.
Cuestiona en el artículo, con sentido no solo de seguridad, sino de soberanía alimentaria, ¿cómo pretender mejorar la vida de las mujeres rurales si el país importa lo que estas pueden producir en sus fincas y unidades productivas? Siendo este apenas uno de los varios y dolorosos datos y reflexiones expuestos sobre la desigualdad de la mujer rural, y cómo lo que se viene planteando desde el Estado no resuelve de fondo esta condición que la sigue sometiendo.
Al cierre, el articulo contiene varias propuestas con las que los gobiernos, a diferente nivel, podrían avanzar en garantizar los derechos y la igualdad social y económica de la mujer.
Sin duda un escrito que valdría la pena abordar por parte de la dirigencia local y regional. Con varios elementos de lo que quiso exponer su autora al ministro de educación Alejandro Gaviria en reciente reunión en Expofuturo, en Pereira, pero que la moderadora selectiva, impidió se le transmitiera. En síntesis, este era el interrogante: ¿Qué políticas estaban planeando desde el Ministerio de Educación Nacional, para avanzar en reducir la desigualdad que padecen las mujeres rurales?