Inicia octubre con aumento de $200 en el galón de gasolina, producto del alza que decretó el gobierno del presidente Gustavo Petro, “para cerrar el déficit de estabilización de precios”, ya que “no subir la gasolina aumentaba el hambre y la pobreza en Colombia”.
Veamos un poco cómo es el asunto. El fondo de estabilización de precios entró en vigencia en el año 2008, una vez Colombia sometió su fórmula de costos de combustibles al mecanismo de los precios internacionales y la tasa de cambio para abrir la puerta a la importación de combustibles, fuente que hoy cubre tres de cada diez galones consumidos en Colombia. Ahora bien, la tendencia del fondo ha sido deficitaria en los trece años que lleva vigente, luego al cruzar los saldos negativos con las transferencias de utilidades de Ecopetrol al estado central, los dineros transferidos suman más de $107 billones, cifra seis veces superior al déficit (Juan Pablo Fernández. 2022).
Dicha renta petrolera ha sido útil para garantizar a la población el acceso a un combustible que constituye la energía para la movilización de las personas, los bienes y mercancías, y servicios; indispensable en la producción agraria e industrial. En consecuencia, como es sabido, el aumento dispara los costos de los productos y servicios ofertados al consumidor, afectando aún más la capacidad de compra y la competitividad.
En Pereira, por ejemplo, según datos de Pereira Cómo Vamos, en los últimos años estamos en la línea de consumo de 25 millones de galones/año. El aumento de $200, significa que los ciudadanos en conjunto, pagaremos $416 millones de más por mes, si el galón sigue subiendo al ritmo decretado para el 2022, sin contar los mayores incrementos que vendrán con el año nuevo. Acá recaerá en los propietarios de 89 mil motocicletas, 69 mil vehículos, 30 mil camionetas y camperos, y otros como camiones de carga, y microbuses que suelen usarse en el transporte escolar; todos, presentados como los nuevos ricos contribuyentes, contrarios a la pobreza y el hambre que buscan combatir; cuando no es que la adicción a la labia, alcanza para decir que se justifica porque está siendo destinada a la producción de cocaína. Y también lo costearan usuarios del transporte público, agricultores, comerciantes, empresas y demás sectores encadenados.
¿Cómo resolver el problema? La última opción es desmontar el fondo de estabilización, que, por el contrario, tiene que operar para evitar cargar los altos costos a los ciudadanos. Los expertos señalan, habrá que corregir la fórmula de fijación del precio, haciéndolos depender de los costos de producción de Ecopetrol y no del precio internacional, esto pondría a valer el galón de la gasolina en puerta de refinería, la mitad de lo que nos quieren poner a pagar. Incluye corregir el pago que estipula el gobierno para Ecopetrol en la explotación y refinación, casi el doble de lo que cuesta producirla. En igual sentido, hay consenso en el deber de modernizar la refinería, paso que además permitiría fortalecer el mercado interno.