¿Cómo entender que el gobierno de Petro, desde los balcones nacionales y atriles globales, lance frases grandilocuentes contra las “oligarquías” criollas y los “poderosos de la tierra”, pero en la realidad termine sometiendo sus reformas y recursos naturales a los organismos financieros extranjeros?
En esta línea, en la reciente semana el Fondo Monetario Internacional FMI, en visita a Colombia y posterior declaración final al término de la consulta del artículo IV de 2023: calificó de “destacables y coherentes” la política monetaria y fiscal del gobierno Petro, “…se están endureciendo adecuadamente, facilitando la transición hacia un crecimiento más sostenible e incluyente”. Halagan con énfasis la reforma tributaria de Petro y Ocampo, la que pone más impuestos a la canasta familiar, garrotea a Ecopetrol, empobrece a la clase media, aumenta la desigualdad empresarial y esquivó a los “cuatro mil más ricos”. Esta comisión del FMI hospedada en suelo patrio, agregó en su lista aprobatoria el agrado por “el endurecimiento de la política financiera” (www.imf.org 14/02/2023). Y también dio el visto bueno al desmonte del subsidio a los combustibles que ha disparado los costos a miles de hogares y empresas del país. De este modo las reformas del gobierno primero se consultan en inglés, y tras mucha tardanza, y ante crecientes reclamos, después son presentadas al país en español mal redactado.
El cuadro es sintomático, hemos chequeado, por ejemplo, a la ministra del trabajo Gloria Inés Ramírez: en una primera escena la conocimos como dirigente sindical, con megáfono en mano -gritando con razón- contra el Banco Mundial; y en la siguiente escena, cuando amaneció en el poder, la vemos consultando la reforma laboral con directivos del mismo Banco Mundial. Este hecho, orientado desde la casa de Nariño, será además, una cruz que la dirigencia sindical cargará por largo tiempo.
Y ha sido en este marco que tuvieron lugar las protestas de esta semana; por un lado, las de apoyo al gobierno y sus reformas, que congregaron una considerable base sindical conducida por dirigentes alcahuetes de las políticas requeridas por el FMI, al que ya no ven como “el coco”, sino como nueva agua bautismal. Y la otra cara, una significativa suma de ciudadanos inconformes con los efectos negativos de las políticas del gobierno, que, contrarias al cambio, al perseguir y recibir la bendición de estos organismos externos, profundizan el continuismo; indignación que ha sido capitalizada por sectores políticos declarados en oposición, quienes han acudido al legítimo derecho a la protesta que en muchos casos desconocieron y reprimieron.
Concluyamos, a la sazón de lo aquí expuesto, como lo advirtiera Francisco Mosquera en su momento: “Mas nunca es tarde para corregir. Que la jornada […] convenza a los altos dignatarios del error histórico de satisfacer los abusos del FMI con los desbarajustes económicos y el empobrecimiento de la nación”.