«La bala que los mata cuesta más que su propia vida, y aún así consideran que su rebeldía es inaceptable, sus reclamos son un descaro, pues su destino es la miseria y su consuelo es un partido de fútbol. Quieren que se limiten a venerar estatuas de sanguinarios libertadores y que como cotorras repitan plegarias que nadie escucha.
Si en un arranque de indignación deciden no aguantar más, tomen en serio su larga historia de dolores, pues llegará el día en que quieran variar su plato de mierda que religiosamente comen día a día»: Dabu.