Julio César Gonzalez conocido como Matador, uno de los caricaturistas más importantes de Colombia, polémico, irreverente, amado y odiado por sus posiciones políticas, fue nuevamente protagonista esta semana por su participación en la Feria del Libro de Pereira. Con una charla en la que aborda su desafortunada experiencia como victimario en su propio caso de violencia intrafamiliar ocurrido hace una década, Matador asume de frente, con vergüenza y arrepentimiento, la sanción social del maltrato hecho hacia su esposa.
La charla, apoyada por unos y criticada por otros, fue coordinada por el centro de estudios con enfoque feminista “Hilar Voces”, en el marco de la feria del libro cuyo eje temático fue “La fuerza creativa de la mujer”. Si bien otros colectivos feministas fueron invitados a participar, sólo esta organización asumió la responsabilidad de generar este espacio de diálogo para abordar el tema de la sanción social a los victimarios de violencia intrafamiliar. De acuerdo con cifras de la Procuraduría General de la Nación, “en el año 2022 se registraron 47.771 casos de mujeres víctimas de violencia intrafamiliar, cifra que en comparación con el año 2021, presentó un aumento de 7.713 casos”. Sin embargo, el subregistro de casos de violencia es alto, como consecuencia de la débil capacidad institucional e impunidad.
La charla, “Masculinidad, discriminación y sanción social”, aborda un enfoque necesario e invisibilizado: los victimarios. Detrás de las cifras de violencia, hay, en su mayoría, hombres violentos educados en un modelo patriarcal, donde la violencia psicológica, económica, física, simbólica hacia las mujeres ha sido normalizada por una sociedad que en general cuestiona más fácilmente a las víctimas y a quien se atreve a denunciar, que a los propios victimarios. Sin embargo, el caso de Matador, por su rol público, transgresor e incómodo ante un sector de poder, ha sido usado con tintes políticos para cancelarlo mientras recibe la sanción social de su experiencia, que en su caso se hizo pública y que refleja la realidad de miles de familias que pasan por su misma situación.
Desde los espacios académicos y de construcción social feministas, poco se trabaja con quienes también tienen mucho que aportar para generar consciencia sobre la violencia de género: los hombres. Matador aceptó púbicamente su error, pidió perdón (acto que destaco ante tantos hombres que a pesar de las evidencias, lo niegan) trabajó internarte con su esposa y afronta además la sanción legal de una investigación en fiscalía y la cancelación en espacios laborales. ¿Hasta dónde y por cuánto tiempo llega esa sanción? ¿Quién le habla a esos hombres que sienten vergüenza, que quisieran apoyo, que se ven reflejados en Matador y qué sienten miedo al scratching ? Es aquí donde su experiencia se convierte en una oportunidad para hacer visible la necesidad de trabajar en las nuevas masculinidades, donde los mismos hombres asuman roles como la crianza de sus hijos permitiendo expresar sus emociones y donde quienes deciden reconocer sus actos de violencia tengan la posibilidad de recibir asesorías si perder sus trabajos.