A pesar de la escasa participación de las mujeres en los espacios en los que se definen las políticas de seguridad ciudadana y orden público, lo cierto es que nosotras tenemos mucho que decir, aportar y construir en este sector. Las mujeres queremos y debemos ser partícipes y protagonistas en la definición de las políticas públicas de seguridad, no sólo para garantizar un enfoque integral a la hora de asumir acciones comunitarias, de prevención y de control policivo, si no como un sector de la población que es víctima directa de delitos poco priorizados por la fuerza pública, como lo son la violencia intrafamiliar, el abuso y acoso laboral, la trata de personas, la violencia contra la niñez, entre otros.
Si bien se afirma que la violencia contra las mujeres es un tema “cultural”, generalizado y constante, su participación ha sido tradicionalmente limitada a la hora de la definición de acciones para contrarrestar las condiciones de vulnerabilidad frete a la violencia e inseguridad ciudadana. De hecho, es común encontrar aún resistencias a la hora de tipificar los delitos como delitos de género. Sea por desconocimiento o falta de formación, lo cierto es que la violencia contra las mujeres continúa siendo minimizada por los funcionarios de las instituciones que los deben abordar.
El 25 de noviembre se conmemoró el día internacional de la No violencia contra la mujer. En la semana, se realizaron diferentes foros, seminarios y conferencias para visibilizar el tema. Durante estos días, las redes sociales se inundan de campañas de apoyo, de indignación, de movilizaciones y de cifras. Sin embargo, al seguir las cuentas de las redes sociales de algunos candidatos presidenciales, muy activos en temas de seguridad, fueron casi nulos sus aportes para abordar la violencia contra las mujeres y su relación con la seguridad ciudadana. Pareciera que la vida e integridad de las mujeres poco importara.
La escasa participación de las mujeres en la definición de políticas de seguridad se hace evidente en la presentación de las estrategias y resultados de los encargados de implementar las políticas. La ausencia de cifras diferenciadas por sexo, la falta de priorización de delitos que afectan especialmente a las mujeres, menos del 5% de mujeres en las fuerzas militares y el escaso 13% de mujeres policías, dan cuenta de los retos que se tienen en la búsqueda de una sociedad más equilibrada y segura para el género femenino. Desde las estrategias de lucha contra el narcotráfico, la minería ilegal y la trata de personas, hasta las estrategias del postconflicto, reincorporación y seguridad ciudadanas, requiere un enfoque de género. Entender que la participación de las mujeres en éstos espacios es un potencial valioso para tener un enfoque innovador en la lucha contra los delitos y el acercamiento a los ciudadanos, es saber que la sociedad mejora, si la vida y seguridad de las mujeres mejora.