La vida para muchos se ha convertido en una rutina quizá más monótona de lo que ya era. La mayoría despiertan, desayunan y encienden el televisor o el radio para sintonizar las noticias y escuchar las actualizaciones gubernamentales con referencia a las medidas implementadas por la pandemia. El algoritmo anterior según algunos autores ya es rutina, pues cabe recordar que después de realizar una acción durante 21 días, el cuerpo la interioriza como tal.
Las interacciones sociales en los seres vivos han sido una constante a través del tiempo, sin embargo, las generaciones humanas se han visto sometidas a cambios a gran escala, dentro de ellos se pueden mencionar los avances tecnológicos (herramientas, la imprenta, energía eléctrica, armas, etc.), la evolución del lenguaje (pasando de sonidos, pictogramas, dialectos, etc. a códigos más estructurados llamados idiomas) y las relaciones de poder respaldadas por la fuerza, la distribución de la riqueza, el poder adquisitivo y el manejo de influencias.
En ese sentido, esta semana se pretende tratar el Síndrome de Hubris o Hybris (ὕβρις, hýbris) que tiene como característica general una elevación significativa del ego y data desde la antigua Grecia. Pues para entonces, ese término se usaba para referirse a desmesura, haciendo oposición a palabras como sobrio, moderado y mesurado. También hacía alusión a una diosa homónima que representaba la falta de moderación y sentido común, ella pasó mucho tiempo entre los mortales y fue culpada de la desobediencia de algunos humanos por parte de los demás dioses del Olimpo.
Hubris como término surge a causa de la transgresión del equilibrio dado entre lo humano y lo divino; es decir, cuando se posee un estatus de poder político, bélico o heroico en la sociedad, se tiende a iniciar un proceso liderado por el ego que lleva a creer que se tiene la potestad de estar al mismo nivel de los dioses, sintiéndose superior a los demás y con derecho a despreciar a través de la injusticia y de actos atroces a quien manifestara ideas o acciones diferentes a las suyas.
Apreciado lector, si usted ha llegado hasta acá, seguramente ya está recibiendo una lluvia de nombres en su cerebro que lo invitan a pensar que X o Y persona puede padecer este síndrome, pero que además, lo instan a continuar estas líneas para acercarse a la confirmación de sus sospechas. Si lo anterior es cierto, continúe leyendo, pues este es solo el comienzo del contexto histórico de unos síntomas que seguramente pueden presentarse en muchos políticos, administradores, jefes, vigilantes, policías, profesores y demás sujetos que de una u otra manera ostentan poder.
La demagogia en los discursos políticos, los galimatías en las redes sociales y las coincidencias de algunos diagnósticos, motivaron a que el Síndrome de Hubris fuera el protagonista de esta columna de opinión. Se dice que en época de crisis se conoce a las personas, y actualmente muchos personajes aluden a Hybris, pues según la leyenda ella quería manejar el hilo del destino de cada persona.
Estudios recientes dicen que celebridades o simplemente sujetos que han ocupado cargos importantes a nivel mundial han sido señalados de haber padecido Hibris, entre ellos: Cristina Fernández, Hugo Chávez, George W. Bush, Tony Blair, José María Aznar, Arthur Neville Chamberlain, Adolfo Hitler y Margaret Tatcher. Pero ojo, es muy importante mencionar que en la actualidad no solo aparece en personas del ámbito político y bélico, pues cualquiera con un estatus de poder lo puede padecer sin importar su profesión o condición, muchos padres por solo autoproclamarse jefes del hogar, son positivos.
Según la Organización Mundial de la Salud, el síndrome hace referencia a “un conjunto de síntomas que se presentan juntos y son característicos de una enfermedad o de un cuadro patológico determinado provocado en ocasiones, por la concurrencia de más de una enfermedad.” Así entonces, el Hubris se reconoce como síndrome por presentar unas características psicológicas, neurológicas y sociales específicas.
Síndrome de Hubris: desde dos ámbitos
En lo laboral, según FEUSO (2016), es un trastorno que se caracteriza por generar un ego desmedido, un enfoque personal exagerado, aparición de excentricidades y desprecio hacia las opiniones de los demás. Aunque responde más a una denominación sociológica que propiamente médica, los psiquiatras han reconocido siempre los efectos mentales del poder.
En lo neurológico, según GONZÁLEZ (2019), es un trastorno psiquiátrico adquirido que afecta a personas que ejercen el poder en cualquiera de sus formas. Se ha descrito en multitud de campos, desde la política a las finanzas. La relación médico-paciente también es una relación de poder.
Estas definiciones a pesar de respaldarse la primera en lo social y la segunda en lo neurológico, coinciden con las siguientes características que acompañan a las personas que están a la moda, es decir, que dan positivo:
Laboral (Social)
- Un enfoque personal exagerado al comentar asuntos corrientes.
- Confianza exagerada en sí mismo, imprudencia e impulsividad.
- Sentimiento de superioridad sobre los demás.
- Desmedida preocupación por la imagen, lujos y excentricidades.
- El rival debe ser vencido a cualquier precio.
- La pérdida del mando o de la popularidad termina en la desolación, la rabia y el rencor.
- Desprecio por los consejos de quienes les rodean.
- Alejamiento progresivo de la realidad.
Neurológico
- Propensión narcisista a ver el mundo como un escenario para ejercitar el poder y buscar la gloria.
- Tendencia a realizar acciones para autoglorificarse, ensalzar y mejorar su propia imagen.
- Preocupación desmedida por la imagen y la presentación.
- Modo mesiánico de hablar sobre asuntos corrientes y tendencia a la exaltación.
- Identificación con la nación, el estado y la organización.
- Tendencia a hablar de sí mismo en tercera persona y usar la forma regia de nosotros.
- Excesiva confianza en su propio juicio y desprecio por el de los demás.
- Autoconfianza exagerada, tendencia a la omnipotencia.
- Creencia de que no deben rendir cuentas a sus iguales, colegas o a la sociedad, sino ante cortes más elevadas: la historia o Dios.
- Creencia firme de que dicha corte les absolverá.
- Pérdida de contacto con la realidad: aislamiento progresivo.
- Inquietud, imprudencia, impulsividad.
- Convencimiento de la rectitud moral de sus propuestas ignorando los costes.
- Incompetencia ‘hubrística’ por excesiva autoconfianza y falta de atención a los detalles.
Tomado de: Síntomas Síndrome de Hubris, según FEUSO (2016) y GONZÁLEZ (2019)
Se ha llegado al punto deseado, a ese en el que el silencio se convierte en oxímoron y dada la realidad social, política, económica, familiar, escolar o laboral de cada uno, se empieza a pensar en nombres de personas, por lo general jefes, exjefes o “influencers” que se pueden considerar pacientes potenciales para someterlos a esta prueba. De manera que no se aguante más y responda, así sea para su interior, ¿conoce a alguien que pueda padecer Hubris?
Hoy es pan de cada día que en cualquier ambiente de convivencia las personas que ostentan un rol o un cargo de jerarquía, tiendan a creerse portadores de la razón y lo que es peor, pretendan tener el sello que necesita toda situación para ser avalada, en otras palabras, que ninguna acción se realice si no es voluntad de ellos, o como diría aquel extracto del Quijote: “ni una hoja se moverá sin la voluntad de Dios.» (Capitulo III, Quijote de la Mancha).
Después de analizar noticias, discursos, retóricas, coherencias, incoherencias e incluso hasta estas mismas líneas, sería preciso concluir que la sociedad está tan rodeada de COVID-19 como de portadores de Hubris. Ambos casos con muy graves; pues los primeros por su condiciòn de pandemia tienden a desaparecer, en la historia ninguna enfermedad con esa característica ha marcado la eternidad. Sin embargo, preocupan más los segundos, ya que se han infiltrado en la humanidad por los siglos de los siglos y dicen los expertos, que aquellos que son positivos nunca lo aceptarán, de manera que si a su alrededor hay candidatos potenciales cuyo apellido es la obstinación, concluya usted conmigo y con ese sustantivo parecido en casi todos los idiomas: “amén”.
Finalmente, desde la medicina se ha determinado que un tratamiento médico terminaría ocasionando daños colaterales irreversibles en el cerebro. Sin embargo, el médico David Owen y el psiquiatra Jhonatan Davison en 2009, plantearon que el síndrome se podría prevenir y hasta curar a través de trabajar la humildad mientras se está en el poder y/o cuando se pierde, de despojarse del poder y/o trabajar en el reconocimiento de sus limitaciones, la empatía y el respeto por las ideas y emociones del otro. En síntesis, la cura para la enfermedad está en manos del portador, sería simplemente vencer a su propio ego
Datos curiosos
- El síndrome de Hubris ha estado presente en la historia y en la literatura, consultar:
- Agamenón en la Iliada, Edipo rey, Prometeo, Minos, Pandora, Paris, Odiseo, Calígula y Nerón, Adan y Eva.
- En España para algunos sindicatos este síndrome es considerado una enfermedad laboral.
- En el campo de la medicina, los neurocirujanos son los más afectados por “Hubris”. Se presume que en las facultades de este campo, se está trabajando la humildad en los futuros médicos.
- Desde los primeros años de vida se puede detectar la tendencia a este síndrome, siempre y cuando se preste especial atención a las actitudes y conductas después de los cinco años.
- .Esta enfermedad tiene dos posibles fines: la autodestrucción o el crecimiento personal.