Tal implementación de democracia en el trabajo, haría sin duda doblegar al Estado ante los trabajadores y no al revés, como sucede actualmente. Crearía una dualidad entre la democracia política y la económica y sin duda, acabaría con la mala distribución de cargos públicos que se da en el país, resultando en una posible quimioterapia para la corrupción. Si esta sería una salida o no para combatir tanto el desempleo como la informalidad, no lo sabemos, pero si se podría determinar que esta sería la transición al proceso dinámico del cambio.
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