Mucho se ha escrito sobre la poca participación de mujeres en la política y en las direcciones de las empresas. Además de las barreras ya conocidas y documentadas relacionadas con la falta de apoyo de la familia, los escasos recursos para financiar sus campañas, la cultura organizacional y los códigos machistas de los partidos políticos y empresas, existe un factor que lejos de ser una ventaja para avanzar, es un obstáculo inesperado que desmotiva: “El síndrome de abeja reina”. Este término es utilizado desde los años 70 para describir a aquellas mujeres con poder que teniendo la posibilidad de apoyar y promover mujeres con capacidad de liderazgo en espacios privados, sociales o políticos, hacen todo lo contrario.

Exitosas y respetadas, las abejas reinas en su objetivo de mantener el control privilegiado que les da ser las primeras en llegar a la cima, no tienen ningún interés en promocionar las carreras de otras mujeres y por el contrario dificultan su ascenso. Con merito o sin mérito, hacer parte del círculo de poder local las convierte en una barrera más para el avance de otras mujeres con interés de liderar en el sector público o privado y que contrario a ellas, sí representan agendas que benefician a las mujeres en general. 

¿Cómo se identifican en el ámbito político local o regional? 

En primer lugar, siempre están en los círculos de toma de decisión. Pueden ser parte de un directorio de un partido, dirigentes gremiales, familiares de un político tradicional o funcionarias que se han mantenido a lo largo de su vida en cargos públicos sin promover una sola política pública que beneficie la igualdad entre hombres y mujeres.

Para ellas hablar de equidad de género es irrelevante y no tienen ningún interés en documentarse sobre el tema. Nunca las verán liderando sobre derechos sexuales y reproductivos, equidad salarial, trabajo no remunerado,  ley de cuotas, violencia intrafamiliar, problemática de prostitución o remuneración justa en el trabajo doméstico, etcétera.

Por el contrario, el silencio o la oposición a los temas serán evidentes.  Además, siempre encontrará la excusa perfecta para demeritar el trabajo de otras mujeres con posibilidades de crecer.  Finalmente, al compartir los códigos machistas de manejo del poder, la abeja reina es querida y respetada por los políticos y dirigentes locales que poco interés tienen en promover mujeres competentes que cuestionen y reten la zona de confort.

Lograr avanzar a una sociedad equitativa, donde los temas prioritarios para las mujeres sean decididos y asumidos también por ellas, requiere mujeres que den ejemplo y sean referentes de equidad, transparencia e inclusión para las nuevas generaciones. 40 años han pasado desde la primera vez que se usó el término síndrome de abeja reina. Es hora de avanzar y ¡que la abeja reina pase a ser mentora!

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Lina Arango Dávila | @linamariaarango

Profesional en Gobierno y Relaciones Internacionales con maestría en Desarrollo Regional. Asesora en Gobernanza, transparencia y construcción de paz.

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