En Colombia hay Halloween para rato, seguiremos viviendo de esperanzas de fiestas de disfraces, se presentarán nuestros niños del legislativo y ejecutivo, como siempre, con esos  bonitos atuendos tipo Gokú Blue: atuendos coloridos que venden el concepto mas no el poder de las transformaciones

¿Qué nos dejó este Halloween? Un general de la Policía se disfrazó de oso: dijo que eso era de satánicos; senadores cambia pieles como los del Señor de los Anillos, y otros cambia capas (o sea, que se pasan de partido con disimulo para que les den dulcecitos de mermelada) como los de Juego de Tronos… y muchos dirigentes payasos, y votantes que terminamos por vernos como payasos.

En el Bosque de Niebla, nuestra pequeña gran ciudad, dejó una celebración tumultuosa, a los dioses gracias que pasó por ser incruenta, con adultos disfrazados de bebés en pañales, nunca pueden faltar; niños con atuendos en promedio de 100.000 (COP), los disfraces regulares más caros en la historia de Polombia, y otros niños que no tenían ni para pintarse la carita con un carbón, pero con fulgurantes sonrisas mientras recibían la banana de morita —la más barata del mercado― en sus bolsitas de plástico. Consecuencia natural de la tenebrosa inflación que vivimos.

¿Y qué nos dejó el otro tenebroso Halloween?, ¿el que popularizó el país de los shooting y donde la gente ya sale con miedo a eventos fatídicos como los de Seúl, Corea del Sur? Pues bien, hablamos del Halloween de Michael Myers, “Miguelito Navajas”, quien ya es un perfecto ejemplo de metonimia de Halloween, quien nos dejó en la pantalla grande un lamentable intento de muerte y resurrección.

—Oiga, “vusted”, ¿pero no estábamos en el Halloween social y político de Colombia?  

—Sí, es cierto, doña Magola, pero como teníamos un deber editorial al reseñar esta película, y como la apreciamos tan mala e infumable, decidimos pescar lectores a través de la primera farsa.  Así que continuemos con la pálida reseña de otra farsa llamada Halloween: El Final.

Dicen que el cine de terror ya no es como antes, aunque hemos tenido ocasión de ver en los últimos años películas de terror que, incluso, se han pavoneado sobre la alfombra roja de los Oscar. Este Halloween, póngale la firma, no contará el cuento para una aventura similar. 

Lamentable para los amantes de este género, siempre que Michael Myers conforma la perfecta triada de terror del género slaher, junto a Jason Voorhes y Freddy Krueger. No es la despedida que esperábamos, y nos preguntamos ¿Acaso era en verdad necesaria? ¿Michael Myers necesitaba un seguidor estilo copy-cat? Sugerir en pantalla, en los primeros minutos de metraje, que tendría (o tendrá) un reemplazo ya es un insulto a la memoria de Miguelito.

Justamente nos dio la impresión de que los realizadores estaban estreñidos y constreñidos frente a la imaginación y la resolución del capítulo final, además, se ahorraron las tomas brutales a los que nos tenía acostumbrados la saga, desde luego, Halloween: El final cuenta con momentos de mucho gore, pero la cantidad es risible frente a otras entregas.

Tenemos a un Michael absolutamente disminuido, cosa natural si se piensa que es lo que nos desean contar los realizadores después de todas las batallas que ha debido afrontar esta terrible criatura; sin embargo, la apuesta puede no salir bien al desmitificar al monstruo y disminuirlo a una “rata de alcantarilla” más del catálogo. «Mira cómo han masacrado a mi muchacho», diría Don Vito Corleone, en un multiverso de monstruos y patrones; es cierto, masacraron al Miguelito, y bien feo.

Pero venga, no se vaya, doña Magola, que no está tan mal. Para un no introducido en la saga, con Halloween: El Final se puede pasar un momento intenso y palomitero; por su parte, los más férreos seguidores podrán sentir los estragos de los años en la película y seguramente muchos se sentirán defraudados al ver que el protagonismo terminó por llevárselo el crepúsculo reflexivo de la prota, Jamie Lee Curtis, aquí también productora.

Ahora, no estén tristes, que como la industria del cine quiere exprimir todas las tetas posibles, ya se viene en menos de un mes un Santa Clauss que lucha contra terroristas, un Grinch asesino estilo Leprechaun y un Krampus evangelizado que ya no reparte muela y garra sino felicidad en orfanatos…

PD: En Colombia hay Halloween para rato, seguiremos viviendo de esperanzas de fiestas de disfraces, se presentarán nuestros niños del legislativo y ejecutivo, como siempre, con esos  bonitos atuendos tipo Gokú Blue: atuendos coloridos que venden el concepto mas no el poder de las transformaciones; asistirán, desde luego, enfundados en toda la fauna macondiana concebida; habrá  payasitos (electos y votantes por igual) felices con su cuarto  de hora en la piscina de pelotas como buenas pelotas durante muchos años más; ¡Bravo! ¡Estos niños engolosinados sí que saben de trucos y tratos!  

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Pablo Valencia

Amante a rabiar del cine, el jazz, la literatura y de las horas interminables frente a una hoja en blanco y algún artificio de escritura. A la sazón, fuera de su oficio docente, se dedica a la escritura creativa y la ilustración. Además, es fundador del ya premiado proyecto educativo Mickey Mono Power.

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