La polarización en Colombia no es novedad, data desde hace más de un siglo y han sido muchos los intentos de reconciliación. Sin embargo, en esta campaña se han alcanzado unos niveles que sin duda muchos no esperábamos, los mismos que han llevado a guerras sucias que corrieron un poco las líneas de ética e incluyeron un todo vale a cambio de la conquista.

El panorama electoral de hoy describe tres repúblicas visibles y una oculta. La primera y más temida, es la petrista; seguida de la uribista, que pareciera no querer soltar el poder; y por último, la antipetrista, que de manera desafortunada no es reconocida por su antagonista. La cuarta y no menos importante, al menos en esta elección, es la apolítica, esa que está mamada de los políticos tradicionales y que por primera vez quiere salir a votar para acabar con ellos.

¿Qué pasará con la República Petrista?

Antes de llegar al qué pasará, hablemos de qué ha pasado. Esta república es sin duda muy importante en la sociedad colombiana, recoge diversos sectores que quieren un cambio y que se identifican con las propuestas y las banderas que sostiene el hoy candidato a la presidencia Gustavo Petro. En primera vuelta, Colombia vio que su población creció a 8.500.000 aproximadamente y que aun así, no le alcanzó para llegar a la presidencia.

Fue un número sin duda importante, luego digno de revisar. Hace 4 años en segunda vuelta, el mismo candidato obtuvo cerca de 8.100.000 votos, recogió un sector importante del fajardismo, sector que para esta vuelta habría conservado, pues Sergio solo llegó a 800.000 votos. Termina siendo interesante, porque los cuatro años en el senado de Gustavo Petro se suponía iban a servir para crecer el número de habitantes de su república, cualquiera pensaría que el movimiento social de 2019 y 2021 le iba a sumar muchos votos, especialmente el de la mayoría de jóvenes que entre 2018 y 2022 estrenó cédula, luego los números dicen que no fue así.

También se contaba con que las adhesiones con políticos tradicionales que jamás se hubieran imaginado en la foto con Petro, le iban a sumar, pero no, la diferencia fue apenas de 400.000 votos. Algunos sostienen que la comparación no se puede hacer de esta manera, porque se está contrastando una segunda vuelta con una primera, pero otros responden que si se puede, porque se está hablando del mismo candidato. Sea A o sea B, se estima que el crecimiento de Gustavo para esta segunda vuelta podría ser hasta de 1.000.000 de votos, si se suman las nuevas adhesiones. Lo que indicaría que su techo estaría alrededor de 9.500.000 o 10.000.000, siendo muy optimistas.

La otra opción era convencer al electorado de la cuarta república o de la tercera, pues era más fácil llegarle al antipetrismo o al voto en blanco e indeciso, que al uribismo. Sin embargo, la campaña del senador Petro ejerció su libre derecho y acudió a la guerra sucia con dos estrategias muy interesantes; destruir a su rival y denigrar o insultar a todo aquel que no los apoyara, creó un imaginario de buenos y malos, siendo los primeros los que voten por Gustavo, sin importar sus prontuarios; y los segundos, los que no voten por él.

Dos estrategias que causaron en las mayorías un hastío por la política, generando un efecto de solidaridad hacia el rival de Petro y un posible aumento del voto en blanco, pues según sondeos, Hernández si habría perdido votos por la campaña de desprestigio, pero estos se irían en blanco. El domingo volveremos a contar y solo ahí, podremos mirar qué pasará con esta república.

¿Qué pasará con la república uribista?

Esta república es una de las novedades en estas elecciones. Sin duda, el proceso en contra del imputado Álvaro Uribe Vélez y el desgobierno de Iván Duque les pasó factura en las urnas. Ellos en medio de la discreción, apoyaron a Fico Gutiérrez, el mismo que obtuvo poco más de cinco millones de votos. No se necesita ser politólogo para saber que un gran porcentaje de este electorado votará por cualquiera menos por Petro, hecho que el petrismo aprovechó para auto adherirlo a la campaña de su contrincante. No podría yo saber si lo hacen como estrategia para sembrar desconfianza o si de verdad eran tan ilusos de creer que estos ciudadanos iban a votar en blanco.

Lo único cierto, es que no se puede confundir el voto por un candidato para que el enemigo no llegue, con el apoyo y la trazabilidad de unos acuerdos programáticos con dicho aspirante. Para ser más claros, mientras en la campaña del ingeniero Rodolfo Hernández hay anonimato, incertidumbre y mucho voto de opinión; en la campaña del pacto histórico hay personajes cuestionados dando órdenes, entre ellos: Roy Barreras y Armando Benedetti; otros que siempre fueron contendores, hoy sonando como posibles ministros, caso Alejandro Gaviria y Rudolf Hommes; y otros como Cristian Daes, de la casa Char y primo de Catherine Abudinen pagando sueldos de integrantes del equipo de comunicación de campaña.

Por lo que sí se puede especular que de ser elegido Rodolfo Hernández, quizá haga bancada en el congreso con la oposición de Petro, pues es algo que puede suceder; pero de ahí a decir que el uribismo está dentro de la campaña del ingeniero, eso ya es un chisme con el objeto de contrarrestar o negar la existencia de ese voto antipetrista, algo así como la etapa de negación en un proceso de duelo.

Siendo enfáticos una vez más, porque sé que tratarán de refutar argumentando que la senadora Maria Fernanda Cabal dijo que votaría por Hernández, no es lo mismo ejercer el derecho al voto que lo tenemos todos, a hacer acuerdos programáticos y dar órdenes dentro de la campaña.

¿Qué pasará con la república antipetrista?

Esta república es muy interesante. Según el panorama electoral del pasado 29 de mayo, aquí se podrían ubicar alrededor de dos millones de votos, más un porcentaje de abstencionistas que en esta vuelta si ejercerían su derecho.

Aquí militan personas muy radicales que sostienen esa máxima de cualquiera menos Petro; y otras no tan radicales, que se consideran tibios y pasan a votar en blanco. Tibios, como lo fueron Gustavo Petro y su movimiento en 2010 cuando decidieron no apoyar ni a Santos, ni a Mockus. Por lo general, este electorado es conservador, de derecha no uribista, de centro derecha o simplemente, ese que no cree en el populismo de Tavo.

Se define como tibio aquel que no toma postura, luego estos de eso no tienen nada, su postura es blanco o Hernández, pero Petro ni de fundas. Sin embargo, se crean imaginarios y narrativas dentro del petrismo que buscan intimidar a este electorado para que terminen votando por Gustavo, siendo un arma de doble filo, porque abre dos panoramas: que los de blanco se mamen de la guerra sucia y voten por Hernández; o, que los de Hernández se dejen convencer y voten en blanco, porque recuerden, Petro ni de fundas.

¿Qué pasará con los apolíticos?

Esta es la república electoralmente hablando más atractiva. Son apolíticos por dos razones: por importaculistas o porque les da pereza salir a votar. Por lo que termina siendo la más vulnerable y fácil de convencer, además que suma 18 millones de posibles votos.

El ingeniero Rodolfo Hernández lo ha venido haciendo desde la emoción y desde uno que otro mensaje en contra de Gustavo. Ha dado respuesta cuando ha podido alrededor de todas las metidas de pata reales y de las que han sido producto de correr la línea de ética en la otra campaña. También ha hecho un trabajo muy interesante en sus canales de redes sociales, trabajo en el que se ha dedicado a conversar con el electorado, siendo espontáneo y ejerciendo esas características de outsider, que como dice Miguel Ángel Rubio, puede no serlo, pero así se vende.

Mientras que Gustavo Petro, tuvo la oportunidad de venderse como el mejor partido, enalteciendo sus virtudes y demostrándole a Colombia que sería todo lo contrario a lo que los antipetristas creen y convenciendo quizá a uno que otro uribista decepcionado. Luego hizo todo lo contrario, su campaña demostró la soberbia, el arribismo y esa superioridad moral que los ha caracterizado; pero además agregó una guerra sucia que pasó de ser estratégica a correr la línea de la ética, guerra que sirvió para demostrarle al país, que para ellos, todos son malos, menos el salvador: Gustavo Petro.

Lo último lo soporto en la senadora Isabel Zuleta y los videos que fueron conocidos como los “petrovideos”, en los que se trazaron estrategias para destruir a los rivales de peso: Fico, Fajardo, Alejandro Gaviria, pero no contaban con el impredecible y desconocido, Rodolfo Hernández. Una campaña sin duda, ramplona.

Y el 19 de junio ¿qué?

El país se mantiene en un empate técnico, analistas de lado y lado reconocen que será una elección muy reñida. El ingeniero dijo confiar plenamente en las instituciones para reconocer el resultado; Petro por su parte, aseguró que solo lo aceptará si no hay fraude, siendo su campaña quien lo determine. Aquí los candidatos ponen condiciones para debatir y para aceptar la derrota, hágame el favor, —¿y los colombianos? —Bien gracias.

Para terminar, la última encuesta no pudo medir el impacto de los petrovideos y de las salidas en falso de Gustavo Petro con las propuestas de esta última semana. Pero esto es de lado y lado, tampoco incluyó las salidas en falso del ingeniero y por supuesto, la fiesta en yate. Luego es cierto que los dos candidatos ya alcanzaron teflón, y seguramente como dijo Donald Trump en algún momento: “se pueden parar en la mitad de la calle, hacer tiros al aire, y no perder ni un voto”.

Colombia seguirá sin quién la defienda, porque el cambio está en la mentalidad del poder constituyente y no en la del poder constituido.

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Hernán Tena Cortés | @hernanopina

Columnista, docente y director de Diario la Nube con especialización en Educación Superior y maestría en Lingüística Aplicada. Actualmente doctorando en Pensamiento Complejo y miembro de la Asociación Irlandesa de Traductores e Intérpretes.

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