No compartan, no contrasten y no comenten,
porque seguramente este profesor falta hoy a la coherencia,
pues en medio de esta cloaca social,
se acoge al derecho de no estar cuerdo.
—Hernán Tena Cortés—

En las últimas semanas la educación de Colombia ha sido puesta en tela de juicio. Diferentes medios han manifestado su desacuerdo con los docentes del país y han logrado incendiar a la comunidad de padres y de estudiantes de algunas instituciones.

Desde el inicio de la pandemia los docentes del país han venido garantizando el derecho a la educación desde casa. La creatividad, estrategia y recursividad (CER) han sido común denominador de aquellos que en vez de héroes, se han convertido en los enemigos de las mayorías.

En el mes de Junio, el gobierno le echó “merthiolate a la herida” a través de la resolución 777 que de manera categórica obligó el regreso a las aulas sin garantizar que las condiciones óptimas para prevenir la pandemia se cumplieran en el 100% de instituciones, trasladando la responsabilidad de verificación y aprobación a los entes territoriales, pero aclarando que de no haber presencialidad, los docentes tendrían que atender a la población desde la institución y no desde casa como se había hecho meses atrás.

Una medida dictatorial, draconiana e inconstitucional cuando se analiza de fondo. Sin embargo, el colectivo de docentes, también conocido y de ahora en adelante como los VAGOS (valientes, admirables, ganadores, objetivos y sobrevivientes), acató la medida, dio a conocer su lectura y en algunos municipios actuó en derecho.

La presencialidad transcurrió por varias semanas; de hecho, sigue llevando su curso en la mayoría de municipios. Sin embargo, en otros lugares se suspendió a través de tutelas. Las quejas no se hicieran esperar, asimismo los elogios, pues como si fuera poco, el país encontró aquí otro motivo para dividirse.

Como educador sindicalizado, tengo que reiterar que una gruesa línea me separa de la Federación Colombiana de Educadores, una de esas que no permite reconciliación y que además, me aleja de sus sindicatos filiales. También, preciso aclarar que no estoy de acuerdo con el fallo que suspendió las clases en los 14 municipios de Risaralda, pues de primera línea se que muchos colegios, en su mayoría privados, pueden operar el modelo de alternancia, no el de presencialidad como lo quiso vender el gobierno.

Sin embargo, hoy no busco profundizar en los motivos que me hacen diferir una vez más de la Federación, hoy quiero concentrarme en eso que por fortuna nos une, eso que nos invita a mejorar la práctica cada día, así sea en esquinas diferentes, o en partidos opuestos, perdón, en sindicatos opuestos: la educación de nuestros niños, niñas y adolescentes.

Hoy derramo tres lágrimas en esta hoja, lágrimas que ilustrarán escenarios de la profunda crisis que ya hizo metástasis en las aulas de Colombia y que pone en evidencia, que en educación no hay transparencia.

Escenarios de los que no se habla en los medios de comunicación porque el país está ocupado celebrando la compra de ECOPETROL a ISA, la precandidatura de Óscar Iván Zuluaga para heredar el trono del uribismo y la contratación de Lionel Messi en el PSG.

La cultura y el deporte, no son el pasaporte

Esta es mi primera lágrima, el común denominador en las aulas de Colombia, antes, durante y con seguridad después de la pandemia, es que la cultura y el deporte no se apoyen.

En primer lugar, porque las aulas están llenas de talentos, pero sus alas se cortan, porque o se destacan y pierden el año, producto de un sistema que está diseñado para que solo pasen aquellos que aprueban exámenes; o ganan el año y renuncian a sus talentos.

En segundo lugar, porque los concursos municipales de olimpiadas, exposiciones de arte o los famosos intercolegiados, no son más que un indicador para la rendición de cuentas del Secretario de turno. A los profesores de educación física o del área responsable, los miden por trofeos, medallas o número de participantes, pero les dan la espalda cuando de apoyo se trata.

Todavía recuerdo profesores haciendo vacas para los taxis de los competidores,  yendo en contra de la ley poniendo el vehículo personal para transportar a los estudiantes de un sitio a otro, o simplemente, caminando en fila india de un extremo de la ciudad al otro, solo para que sus pequeños pudieran competir, así llegaran cansados al pitazo inicial, empezando en desventaja. Este último escenario, se da ante la falta de recursos de la administración para unos viáticos, pero a la vez, ante la orden de la rectoría de tener que participar, porque el nombre de la institución no se puede quedar por fuera.

No quisiera alargar la primera lágrima, pues escenarios como el anterior inundan la experiencia de los VAGOS de Colombia. Estoy seguro que cualquiera que esté leyendo esta primera decepción, tiene algo en común con quién escribe, el interés por la educación de las futuras generaciones del país, así que juzgue si lo descrito hace parte de las funciones de un docente o determine por su propio criterio, si eso es lo que merecen nuestros estudiantes.

Hay 70 mil millones de razones, para alzar la voz de indignación

Semanas después de que el gobierno le mintiera al país con el regreso de una presencialidad a medias, y luego de unos días del fallo de tutela que suspendió las clases en los 14 municipios de Risaralda, el país se despertó con el desvío  de 70 mil millones de pesos que tenían como objeto, llevar internet a los colegios de los niños más pobres del Colombia.

La licitación se firmó y adjudicó en el mes de Diciembre. El Ministerio de las TIC le prometió al país 10 mil centros digitales en zonas rurales y el valor del contrato se firmó por 2.1 billones de pesos. El contratista que se benefició lleva el nombre de Unión Temporal Centros Poblados 2020.

Karen Abudinen, Ministra de las TIC, prometió en Noticias Caracol que al 30 de abril 1529 colegios tendrían conectividad, 3029 para mayo y que 8.786 instituciones estarían conectadas para el mes de octubre. Concluyó diciéndole al país que si no cumplía la podían buscar, porque ella estaba presionando a los proveedores ya que la prioridad eran los niños y las familias, además que la conectividad era equidad.

La Ministra estaba advertida, ya diferentes medios habían denunciado que Centros Poblados no cumplía con los requisitos y la experiencia que se necesitaba para ejecutar el proyecto. Karen aplicó la máxima del gobierno al pie de la letra, pues ignoró las voces de experiencia y prefirió no proteger el interés público.

Finalmente, se ha hecho seguimiento y se han encontrado incumplimientos contractuales, conflictos de interés entre las empresas involucradas y algunos funcionarios del Ministerio de las TIC y lo peor, se evidenció que más de 50.000 de los 70,243 millones de pesos de anticipo, habrían sido trasladados a una cuenta en el exterior.

La falsa presencialidad que prometió el gobierno, es en la práctica una alternancia, pues los estudiantes asisten a jornadas reducidas y en muchos casos, por grupo, solo van dos o tres días por semana, cumpliendo el resto de la jornada a través de estudio desde casa.

Por lo tanto, este desvío de recursos deja en evidencia otra mentira del gobierno, pues al no tener internet, los colegios no están preparados para la nueva normalidad, los docentes no pueden atender a la población en instituciones sin conexión, y esta segunda lágrima, termina produciendo 70 mil millones de razones para alzar la voz de protesta y pedirle a la Ministra Karen Abudinen, no que renuncie, sino que le responda al país y a los niños, niñas y adolescentes de Colombia.

En el Meta, la meta es silenciar las palabras

Carlos Fredy Londoño Bautista, tenía 47 años, era docente sindicalizado y fue asesinado frente a sus estudiantes en el municipio de Fuente de Oro. En esta tragedia hay más decepciones, la primera, que en Colombia sea un escándalo que los estudiantes marchen con los profes, pero que a nadie le importarle que sicarios acaben con la vida de un educador en presencia de sus educandos.

La segunda, que los medios de comunicación no le hayan dado importancia a lo ocurrido, pues estaban muy ocupados haciendo brindis por el negocio del año, la compra de ECOPETROL a ISA. Y la tercera, que los colegios del país estén pasando de ser el lugar de construcción de paz, al sitio para deshacer pasos.

A su esposa y sus dos hijos, toda la solidaridad de quien escribe, un docente más como él que lo llora al otro lado del mundo; mientras la gente de bien ataca a los VAGOS, el gobierno se perpetúa en un rifirrafe con FECODE, y las mayorías del país se atacan entre ellas, porque simplemente están mamadas de la corrupción, la pandemia y la inoperancia de la administración.

Quizá con falta de sindéresis y prefiriendo no profundizar en los Planes de Alimentación Escolar, se terminan estas tres lágrimas. Fueron solo una breve ilustración de cómo la educación de Colombia está lejos de ser prioridad del gobierno, de la burocracia, del clientelismo y de las élites de esta plutocracia disfrazada de democracia, que pasó del metástasis a la hecatombe.

No compartan, no contrasten y no comenten, porque seguramente este profesor falta hoy a la coherencia, pues en medio de esta cloaca social, se acoge al derecho de no estar cuerdo.

¡Se apaga la luz y hasta pronto!

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Hernán Tena Cortés | @hernanopina

Columnista, docente y director de Diario la Nube con especialización en Educación Superior y maestría en Lingüística Aplicada. Actualmente doctorando en Pensamiento Complejo y miembro de la Asociación Irlandesa de Traductores e Intérpretes.

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