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Importancia y realidades de los acueductos comunitarios regionales
El florecimiento de los acueductos comunitarios en Colombia durante la década de los 90 del siglo pasado, como un modelo de autogestión, permitió llevar agua a millones de hogares a los que no llegaba el Estado. Cobijaron población rural y de zonas periféricas a las ciudades, las que en los últimos tiempos han terminado absorbidas por la expansión urbana. Se estima, mal contados, hay 12 mil acueductos comunitarios, aunque falta censar a miles constituidos en zonas más apartadas.
El proceso de autogestión incluye la administración y labores relacionadas con la captación, conducción del agua y cuidado ambiental, pero en la práctica terminan cargando más responsabilidades abandonadas por el Estado, como enfrentar las amenazas de los cambios en los usos del suelo, la variabilidad climática y la contaminación; también la protección de zonas que hacen parte del ecosistema de los afluentes, entre otras.
A pesar de la trascendental labor de llevar agua a millones de hogares, el Estado no cumple lo delegado en la ley 142 de 1994 que de por sí es limitada, igual sucede con un abanico de normas medioambientales. Terminaron inclinados hacia el rol sancionatorio más que al de concurrir en favor de los acueductos. Conocidas son las exigencias asimétricas en materia tributaria, con la DIAN como punta de lanza, y también las de tipo ambiental. Todas contrastan con la escasa o nula inversión municipal y demás niveles responsables de contribuir en favor de este servicio, reconocido por el valor social, ambiental y cultural entre las comunidades más vulnerables.
A nivel regional hay problemas crecientes. A pesar que los mismos acueductos comunitarios claman por atención, las respuestas son mínimas. Es el caso del acueducto regional de Bonafont, que provee agua a más de mil hogares campesinos e indígenas entre Riosucio Caldas y Quinchía Risaralda — siendo uno de los ejemplares en el Eje Cafetero — sumaron varios años pidiendo una evaluación de tipo ambiental, y aunque tuvo lugar el año pasado, siguen sin ejecutarse las obras demandadas. El municipio de Riosucio ni ha podido encontrar los planos para poder intervenir en la infraestructura vieja y frágil trazada sobre terrenos escarpados; agréguese, las proyecciones en miles de millones parecen infladas, tal vez con un rubro menor puedan empezar pronto. Faltan tanques de floculación, hecho grave porque como advierten desde el acueducto, el índice IRCA es superior a 98 %, “inviable”, están tomando agua no apta para el consumo humano mientras los entes encargados duermen sobre los laureles.
En cuanto a Pereira y Dosquebradas, es público el increíble caso de la vereda el Chocho en la que el agua llega evidentemente sucia, pero la alcaldía se aferra a un análisis que considera lo contrario, ¿tomarán de esa agua? Salta también el problema del acueducto de Frailes y Barrios Unidos, hay denuncias por “aguas mal tratadas, con residuos y hasta pelos”. Urge entonces la intervención del Instituto Nacional de Salud INS, por lo demás, bien hacen las comunidades en considerar la movilización social.

En esta entrega de En Vida Hermano, Orlando Parra rinde homenaje a Víctor Zuluaga Gómez, destacado historiador de Pereira. Su legado en la academia y la historiografía regional es invaluable, dejando huella en generaciones de estudiantes y en la construcción de la memoria del Eje Cafetero.

Pereira acaba de aprobar el mayor endeudamiento de su historia, una decisión que deja sin margen de maniobra al próximo alcalde. Mientras la ciudad celebra un récord de recaudo, las inversiones se siguen enfocando en obras que perpetúan los mismos problemas de movilidad, ignorando alternativas sostenibles como los cables o tranvías. ¿Es esta realmente la solución que necesita Pereira o estamos apostando a lo pequeño cuando deberíamos pensar en grande?

Julio Cesar Gonzales Quiceno, conocido como «Matador», destaca en 2023 como el personaje del año en Pereira, simbolizando la irreverencia necesaria en tiempos de conformismo.

Mientras Pereira avanza económicamente, muchas comunidades marginadas siguen atrapadas en ciclos de pobreza. Es tiempo de que nuestros líderes reconozcan y enfrenten estos desafíos, centrándose en la juventud y ofreciendo soluciones sostenibles.

Martha Alzate y Diana Osorio se destacan como las candidatas más capacitadas para la alcaldía de Pereira, gracias a su formación y experiencia, presentando una alternativa real ante el establishment político actual. Su relación con figuras prominentes de la ciudad ha generado críticas, pero es fundamental valorar su valentía y compromiso con una administración municipal responsable.

El gobierno de Gustavo Petro, marcado por su carácter de ser el primer gobierno de izquierda de la historia de Colombia, ha suscitado fuertes tensiones y desafíos. Desde el escándalo del hijo del presidente hasta las críticas a su Gabinete y las dificultades para aprobar reformas importantes, Petro se enfrenta a retos significativos. Sin embargo, como se destaca en esta columna, la responsabilidad de lo que suceda en el país recae tanto en la élite oligárquica como en el liderazgo presidencial. La construcción del futuro del país es una tarea compartida.

En un sombrío retrato de la negligencia y el desdén, Juan Guillermo Ángel descubre el estado calamitoso de las Autopistas del Café. Su condena sin paliativos de la gestión de nuestra infraestructura vial en Colombia, y en particular del puente El Alambrado, revela una profunda crisis. Nos encontramos en una encrucijada donde la libertad de expresión se ve amenazada y la desesperación regional ante el abuso sistemático se hace cada vez más patente. ¿Hasta cuándo permitiremos que el futuro de nuestro país se vea ensombrecido por tal descuido?

Somos un país que se venía acostumbrando a las amnistías, los indultos, a sólo oír la historia de los victimarios,…