El sector arrocero en Colombia atraviesa una profunda crisis que, lejos de encontrar solución, se agrava con el paso de los días. El paro de los arroceros, que ya supera una semana, ha evidenciado la incapacidad del gobierno para atender las legítimas demandas de miles de productores que ven cómo su sustento se desmorona.
A pesar de que el área sembrada de arroz aumentó un 9,5% en el primer semestre de 2024, alcanzando 452.872 hectáreas, la producción nacional de arroz paddy verde sufrió una caída del 12,0%, pasando de 1.114.860 toneladas en el primer semestre de 2023 a 980.721 toneladas en el mismo periodo de 2024. Esta paradoja refleja una alarmante ineficiencia en el sector, atribuible en gran medida a la falta de políticas públicas efectivas y al abandono estatal.
Las pérdidas económicas derivadas de esta crisis son colosales. Se estima que cerca de 100.000 toneladas de mercancías han quedado atrapadas debido a los bloqueos, afectando no solo a los productores sino también a toda la cadena de suministro y a los consumidores finales. Además, los arroceros enfrentan pérdidas de entre $1 y $2 millones por hectárea sembrada, lo que pone en riesgo la subsistencia de aproximadamente 20.000 familias que dependen directamente de esta actividad.
La respuesta del gobierno ha sido, por decir lo menos, insuficiente. La oferta de $10.000 millones para apoyar la comercialización del arroz es una burla frente a la magnitud de la crisis. Esta suma, distribuida entre los productores afectados, apenas representa una fracción mínima de las pérdidas acumuladas, evidenciando una desconexión total entre las autoridades y la realidad del campo colombiano.
Mientras tanto, los diálogos entre el gobierno y los representantes del sector arrocero se encuentran estancados. La falta de voluntad política y el desconocimiento del sector por parte de los funcionarios han llevado a un punto muerto en las negociaciones, perpetuando la incertidumbre y el descontento entre los productores.
Luego el panorama para el sector arrocero colombiano es desolador. La combinación de políticas públicas ineficaces, falta de apoyo gubernamental y condiciones económicas adversas ha sumido a miles de familias en una crisis de la que, lamentablemente, no se vislumbra una salida cercana.