Better Call Saul tiene los ropajes indicados para pasar al salón de fiestas de las series más brillantes de la historia, todo en esta serie ha sido confeccionado con absoluto mimo y dedicación.
Vince Gilligan y Peter Gould lo han hecho de nuevo. Su capacidad creativa parece no tocar techo alguno, y para demostrarlo han fraguado la historia del abogado más malicioso de la tv, a quien, se suponía, solo le iba a corresponder un cuarto de hora.
Ha finalizado la serie derivada y asimismo precuela de Breaking Bad con un éxito rotundo entre la crítica y la audiencia. Y para que no te lo cuenten o resultes “espoileado” hasta la madre, te dejamos 10 razones por las que deberías de ver ya mismo Better Call Saul, serie que puedes encontrar en Netflix.
Breaking Bad: la primera razón que se nos ocurre se le ocurre a cualquiera, Breaking Bad. Como si ya te la viste, como si no te la has visto, como si piensas verla. Todo está conectado con Better Call Saul, nada está al azar según estos ojitos perezosos.
¿Qué ver primero? Hombre, no cabe duda de que, si no has visto Breaking Bad, y empiezas con Better Call Saul, te podrías sabotear feo la experiencia; pero si eres fuerte y no armas berrinche en el proceso, vas a disfrutar igualmente Better Call Saul y querrás ver de inmediato Breaking Bad.
Un spin-off de leyenda: Gilligan y Gould, maestros del cuento, sabían que había mucho más por contar en torno al universo de Walter White. La fanaticada lo reclamaba, la crítica lo ansiaba, y quién mejor para atar los cabos del pasado de todas estas comadrejas: una sucia comadreja como Saul Goodman.
Lo magnífico de todo el rollo es que Better Call Saul se siente como otro Breaking Bad, desde luego, salvando ciertas distancias temporales y narrativas, no es tan homicida, pero sigue con maestría los pasos del padre.
El hombre contra la Naturaleza: Jimmy McGyll, quien se convertirá en el taimadisímo y retorcido Saul Goodman, no es otra cosa que un hombre de a pie. Un parroquiano cualquiera con ganas de comerse el mundo, y abrirse paso por las buenas luchando contra cada cosa mundana para vivir el sueño americano.
Hombre, pero cuán inútil puede ser luchar contra la brutal fuerza de la naturaleza, peor aún, luchar contra tu propia naturaleza. No podemos estar más perfectamente identificados con los salvajes intentos de un sencillo vecino por salir adelante y no ser corrompido en el intento. Aunque lleve el Diablo adentro desde el nacimiento. Así que, si te sientes cada día como Sísifo empujando cuesta arriba esa maldita roca, solo para verla de nuevo rodar, esta es tu serie.
Bob Odenkirk, el hombre contra la naturaleza: como si materializara la propia metáfora de su vida, parcialmente, Bob Odenkirk es la perfecta semblanza del sujeto que lucha contra todo pronóstico. Avejentado y sin mayores éxitos actorales, acepta en Breaking Bad el papel de un abogado de medio pelo, para conectar uno y otro suceso criminal.
Expectativa: ganarse unos centavos para comprar pan y cartones de leche, dejar un registro más en su haber; realidad: una caracterización que puso en alerta a todos los managers del mundillo, y la primera cuota de calidad para un nuevo salto de fe llamado Better Call Saul. Por si no fuera suficiente, el buen Bob casi cuelga las zapatillas antes de culminar la obra por la que seguramente lo recordaremos toda la vida.
Mike Ehrmantraut: comprender las motivaciones de Mike Ehrmantraut era tan difícil como escribir su apellido. De hecho, alguien alguna vez dijo que ese señor con cara de escroto no podría ser, de ninguna manera, un asesino a sangre fría. Algunos doritos después, quien ofreció la temeraria afirmación, se lo tuvo que pensar dos veces y tragarse sus palabras, con escroto y todo.
Yo la verdad es que voy a encender un velón pa’ que este viejito huevón dure más que yo y que sumercé, porque qué tipo pa’ actuar. Ante la cámara, sus mugidos de buey almizclero lo hacen ya merecedor de un Globo de Oro. Si usted es un cucho septuagenario y quiere dejar el geriátrico para entrar a lo grande en el crimen organizado, tome nota de Ehrmantraut.
Gustavo Frings: no es chiste, después de haber visto Breaking Bad muchos me han manifestado su firme intención de montar un asadero llamado Los Pollos Hermanos. Ojo, que este nombre plasmado en la enseña de un negocio puede traer sospechas, más allá de ser creativo y de seguramente ponerte a capotear con litigios de copyright. (Cosa última de la que no estoy seguro, problemas con la DEA es más seguro).
Lo cierto es que Giancarlo Esposito regresa una vez más como el chileno pollero más famoso de la trastienda criminal. Pero qué gozada es verlo de nuevo enfundado en sus elegantes trajes. Una criatura indescifrable como la que más y bastante temible, siempre da gusto y susto leer o escuchar cada línea de este sujeto. Recomendamos fuertemente doblarlo al inglés cuando está haciendo sus intervenciones, lo mismo va para cuando Mike decide articular un par de cosas.
Los ¿secundarios?: puede que en Breaking Bad algún par de secundarios no nos hayan sonado nunca, pero esa es una presunción muy privativa; en contraste, en Better Call Saul resulta muy peliagudo delimitar si algún personaje es secundario.
De hecho, nos equivocamos inicialmente al presumir que las intervenciones de Kim Wexler, Howard Hamlin o Chuck MacGyll serían accesorias en torno a la figura de Erhmantraut, Frings y el propio Mcgyll-Goodman. Conforme pasaron los capítulos nos sentimos emocionados cada vez que los primeros mencionados salían en el encuadre. Bienvenidos. Aquí otra oportunidad de oro, señores guionistas, el spin-off del spin-off, bien lo vale una Kim Wexler, un Chuck McGyll o un Héctor Salamanca.
Traje a la medida: Better Call Saul tiene los ropajes indicados para pasar al salón de fiestas de las series más brillantes de la historia, todo en esta serie ha sido confeccionado con absoluto mimo y dedicación. Todo sale bien, difícilmente algo está fuera de lugar, desde luego, alguien le encontrará algún “pero”, ejercicio totalmente legítimo, gajes del oficio; sin embargo, ante esta obra de arte se encontrará una férrea resistencia y deberá revisar hora tras hora, capítulo tras capítulo para encontrar las costuras.
Dos cuentos por el precio de uno: es posible que los seguidores de Breaking Bad, yo en ese costal, hayan creído que tres grandes personajes soportarían Better Call Saul; a saber: Goodman, Frings y Ehrmantraut. Nada más lejos de la verdad. Resultó acertado, más que ello necesario, complejizar las cargas histriónicas con otros personajes que pudieran, con el despliegue y encuentro de sus respectivos mundos, configurar la historia de este abogado del crimen.
Así, los guionistas orquestaron dos líneas paralelas con sendos grupos corales, es decir, una línea vertebrada en las peripecias de los hermanos McGyll, Wexler y compañía, con el ánimo de ofrecernos los entresijos de la compleja vida del litigante, y otra línea encabezada por Ehrmantraut, Salamanca y Frings con el objetivo de construir la conspiración criminal que luego desembocará al encuentro de McGyll y otros civiles. El resultado es digno de aplaudir.
No se engolosina con el poder: es común observar cómo sujetos y objetos culturales, por igual, quieren eternizarse en las conciencias para ser “célebres” y recordados; no sueltan el relevo, les cuesta asumir que su tiempo ha llegado a su fin. Así, tenemos series emblemáticas que dilapidaron todo su capital con el afán de facturar unos billetes verdes más. Nos ahorraremos esas consabidas menciones.
Better Call Saul cumple a cabalidad con el número de temporadas correctas y exactas. Y tal como aconteció con Breaking Bad, esto resulta en algo formidable: economía del lenguaje narrativo aparejado a momentos épicos. Esto es muy difícil de lograr, siempre que se necesitan muchas puntadas y cortes para dejar productos como este. El pulso de un buen montaje debe de ser más preciso que nunca.
Con Better Call Saul, tal como con Breaking Bad, nos pasó algo muy similar, que solo nos ha pasado con otra serie legendaria: The Wire. Y es que tiene un ritmo sosegado con momentos inesperados. En consecuencia, logramos tomarnos cada minuto del viaje con calma sin apurar al cochero: el paisaje se disfruta porque sabemos que allí el demiurgo está pincelando un destino de lujo. Además, uno no quiere que el viaje termine, así el cacharro no vaya a 80 km/H.
6 temporadas distribuidas en 63 capítulos son todo lo que necesitarás para disfrutar de esta aventura fuera de casa, desde la comodidad de tu sillón. La vida es corta y la parrilla está llena de muchas pendejadas para dejar pasar este lujo de serie… y solo te tomará menos de tres días de tu vida.
2 comentarios
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