Asistimos a un interesante fenómeno de segunda mitad del año 2023. La taquilla se está yendo al carajo.
Sin embargo, el fenómeno no es privativo de estrenos como The Flash, Shazam: Fury of Gods… ni siquiera es privativo del cine de superhéroes.
Claro, muchos podrán afirmar que estuvieron en los estrenos de estas películas y que las salas estaban a reventar. Eso no se puede negar.
En las primeras semanas cualquier bodrio en cartelera tiene la oportunidad de brillar durante un brevísimo cuarto de hora.
Al respecto, la estadística es clara. Por regla general las películas condenadas al fracaso ofrecen el campanazo de alarma en su segunda semana de estreno en territorio estadounidense.
Desde luego, antes de estrenarse las películas pueden venir arrastrando su lápida hasta el lugar de su entierro. Un caso parecido aconteció con The Flash.
A la película de The Flash no la salvaba ni “el vientico de doña Lupe”. Con los escándalos de Ezra Miller bastaba para cancelar el proyecto; sin embargo, este largometraje debía cerrar de algún modo el fallido DCEU.
Ahora, uno de sus grandes atractivos era la aparición del eterno Michael Keaton calzando una vez más el traje del murciélago de Gótica.
Podría esperarse que, con tal aparición, y con los rumores de incontables cameos que al fin y al cabo resultaron ser ciertos, The Flash asomara la cabeza y plantara cara.
Todos sabemos los resultados: fracaso histórico.
Y Shazam… ¿qué pasó con Shazam? ¿Qué pasó con Transformers: Rise of the Beasts o con Indiana Jones y el dial del destino?
Es agotador y fútil explicarlo aquí mismo, mejor si vemos en líneas generales los posibles factores que están fregando los ingresos de esas hermanitas de la caridad llamadas productoras de cine de Hollywood.
No hay cama pa tanta gente
Una seguidilla extraordinaria de megaproducciones se han tomado las salas del mundo, han generado mucha oferta y baja demanda. Sin olvidar que esas megaproducciones se pelean el número de salas en las que serán estrenadas. Sencillamente hay una sobreoferta, ni un crítico de cine que viva del cuento alcanza a ir a ver tanta vaina.
Guiones cada vez más mensos
Podremos ser comunistas, mentecatos, irresponsables, pero jamás idiotas. El cine está creando recetas para idiotas, funcionó un tiempo, pero la gente idiota se empieza a cansar de los guiones idiotas. Nadie quiere gastar dos y hasta más horas de su vida viendo pendejadas. En teoría, no somos tan idiotas.
La pérdida de valores
Años atrás, asistir a una novedad del séptimo arte era como ponerse en la piel de ese chiquillo de Cinema Paradiso. Por desgracia, esa magia ha cedido al desencanto y a otras dinámicas más emparentadas con garrapatear caracteres en un celular. De hecho, la gente va a cine, pero no ve cine. Chatean o revisan notificaciones.
Entonces, ¿para qué ir a cine? Sencillamente no van.
La sombra del streaming
El streaming llegó para quedarse y ha golpeado, e incluso resignificado, el paradigma del séptimo arte. Tan así, que hoy en día hay pliego de peticiones por parte de actores y guionistas para que se regulen sus ganancias.
Y eso no es todo, las redes sociales, que todo lo “spoilean” arruinan cada buen final o cada buen argumento de alguna película en estreno. Eso, de alguna manera, baja la saludable temperatura y expectativa que genera un estreno.
En adición, como tal o cual peli saltará sí o sí a los diferentes servicios de streaming, pues la gente termina aguantándose su salida a plataformas.
La codicia rompe el saco
Grandes apuestas, grandes fiascos. Una peli debería de recaudar tres veces su valor invertido para recuperar la inversión, los costes de marketing y distribución además de obtener ganancia alguna.
Si apuestas por una peli que vale 300 millones de USD, puedes perder a lo grande. Y Hollywood está obsesionado con repetir constantemente exitazos taquilleros que superen los 1.000 millones de USD.
El resultado termina por ser obvio.
Menos es más
El CGI, las superestrellas, los superpresupuestos y el despliegue monstruoso de marketing están pasando factura. Pequeñas películas con actores desconocidos o condenados al ostracismo por sus posturas anti esto o anti aquello, están generando más pelín de dinero que si le inyectas a una peli lo primero descrito.
El hastío del cine de superhéroes
Ya está bueno con este cuento. Es un subproducto infumable que tuvo una buena vida en su momento. El cine de superhéroes me recuerda a The Walking Dead o a una relación adolescente que no entiende el desapego. Ya hay que dejarlo ir. A no ser que sea revitalizado con algo no visto. Porque ya lo vimos todo.