Cada día recibo al menos 6 memes alusivos la campaña presidencial. No niego que algunos me parecen ingeniosos, pero basta responder cualquiera para que el grupo de WhatsApp en el que uno está, se convierta en un lugar inhóspito. En los grupos familiares aparecen parientes que no imaginábamos tan recalcitrantes y en los de exalumnos, activistas furibundos dispuestos a sostener un debate hasta la media noche.
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