En octubre del año pasado escribí: “gobierno gasolinero”; mi columna para El Diario, un análisis acerca del aumento del precio de la gasolina decretado por el gobierno Petro. Me ocupé del fondo de estabilización, las realidades, de quiénes asumirían el alza, hasta cómo resolver el problema de los altos precios de los combustibles.
Desde entonces, ha subido en promedio 800 pesos y hoy en distintas estaciones supera los $10.000 por galón. Esto ha ocurrido bajo el gobierno del denominado “cambio”, algo impensado para muchos, aunque no sorprende a quienes lo conocimos tras su participación en el limbo de Bogotá.
La gasolina en cuatro meses ha incrementado el doble de lo que subió en varios años del gobierno anterior, ante quien con justeza se reclamó. Una prueba de que el nuevo gobierno acelera más a fondo, y sin estallido social, como diría Alejandro Gaviria en su momento, “una explosión controlada”.
Lo cierto es que la suma hasta ahora de tal alza, por ejemplo, le saca al bolsillo de los pereiranos, más de mil seiscientos millones; e insisto, recae sobre 89 mil motocicletas, 69 mil vehículos, 30 mil camionetas y camperos, camiones de carga, microbuses, taxis, más la maquinaria para la producción campesina y agroindustrial que use esta fuente de combustible.
Encima, según estudio del Ministerio de Hacienda, de mayo del 2022, citado por Suarez Montoya para Blu Radio en septiembre del mismo año: “por cada mil pesos que suba la gasolina, tendrá un impacto de 0.65% en la inflación”, disparando aún más el costo de vida. La medida es un raponazo contundente contra la población y la productividad, más ahora que el país amanece con la noticia de la variación anual del IPC total del año 2022, que ubica la inflación en el 13,12% al cierre de diciembre, la más alta desde enero de 1999 que llegó a registrar 13,51%. (IPC, Índice de Precios al Consumidor. DANE, diciembre del 2022).
Así pues, estamos ante una de las peores medidas del nuevo gobierno contra el país, que saca plata de los bolsillos de los colombianos al tiempo que encarece los costos en distintas divisiones del gasto.
Advertí en la columna anterior sobre el tema, que la solución no es desmontar el fondo de estabilización; cité expertos que demuestran que a pesar de la tendencia deficitaria de éste, a la hora de sacar las cuentas totales, las utilidades transferidas por el fondo a la nación superan seis veces ese valor. Entonces la solución real, como vienen explicando sesudos economistas y analistas, consiste, no en cargar la crisis a la población como hasta ahora, sino en corregir la fórmula de fijación del precio, haciéndolo depender de los costos de producción de Ecopetrol y no del precio internacional. Lo anterior incluye modernizar la refinería, fortalecer la empresa en distintas áreas, con nuevas medidas y ajustes de tuercas y técnicas, para materializar avances en el control del mercado interno de los combustibles y demás derivados.