Afirmar que una película es una obra de arte después de casi tres horas de explosiones, cuchilladas, patadas y disparos que te dejan los tímpanos como un coladero, francamente suena exagerado.
Ningún crítico de cine reputado apostaría sus monedas por un show bélico, para luego entronizarlo como una de las mejores películas de su listado.
Sin embargo, el despliegue de John Wick 4 replantea ese tipo de evaluaciones.
Efectivamente esto es cine. Por lo menos John Wick 4 es el mayor exponente de su género de los últimos 20 años.
Un género en peligro técnico y cualitativo por tantas y diversas razones.
Y aquí una de ellas: los Rambo, T800, o McClane están al borde de la extinción y quienes debieron tomar el relevo cumplieron a medias.
Con todo, en ese escenario surgieron inesperadas revelaciones como un veterano Liam Neeson y, claro que sí, el papucho Keanu Reeves; si me apuran meto en esa misma bolsa al adorable Pedro Pascal.
John Wick es una violenta espiral en ascenso
Un amigo que se pone tan serio con estos temas, como si te metes con su perro, me hizo caer en cuenta de una cosa: las secuelas de John Wick nunca bajaron el listón, se pusieron más violentas, coreográficas y explosivas.
Algo similar sucede con la John Wick 4: cuando crees que lo has visto todo simplemente te sorprenden con otro enfrentamiento más espectacular que el anterior.
Eso sí, los que “pasaron una tarde de perros” (y para eso les pagan), fueron los stunts, extras o dobles de riesgo. De verdad que se dejan la piel con cada una de las arriesgadas tomas, entre acrobacias, caídas al vacío o volteretas sobre escaleras eléctricas… y no se parten el cuello, qué verracos.
Y hablando de perros…
Algunos otros no comprenden como, a pocos días de su estreno, John Wick tenga una calificación casi perfecta.
Para estos listillos John Wick 4 no es tan espectacular, en primer lugar, porque no inventa la rueda y echa mano de estructuras o plantillas ya gastadas en el mundillo de las pelis de acción de Hollywood.
Es decir: John Wick no es otra cosa que el típico héroe de acción desvinculado del oficio, pero que debe regresar porque le secuestraron la hija, le mataron al perro, o le sacaron la plata del Nequi.
Si me lo cuestionan, a John Wick no se le debe criticar gran cosa: es una franquicia diseñada para ser el estado del arte de la pirotecnia del género en el que se enmarca.
No puedes pedirle un buen argumento, no puedes pedirle sobradísimas actuaciones… eso no nos interesa, lo que más importa es que tengas un cubo muy muy lleno de palomitas y que consumas con moderación el refresco, no vaya a ser que por irte a mear te pierdas de una de estas fantabulosas secuencias de acción.
Si te pierdes de algún diálogo, o del fino hilo argumental (cosa que no posee), eso importa un carajo. Pero no te pierdas de la sinfonía visual.
Además, seamos agradecidos y acudamos en masa a ver esta peli, porque si los alienígenas no acabaron con nosotros este 23 de marzo fue gracias a Keanu Reeves, perdón, al estreno de John Wick 4.