Quiero confesarles algo: una de mis metas al involucrar lo político, ha sido ser lo más objetivo posible en mis análisis acerca de los temas de interés nacional. Parece ser un buen momento para poner a prueba este compromiso. ¿No creen? Aquí vamos.
El primer hecho político, o hecho de interés general, desde la última publicación fue la elección del presidente de la república para el próximo cuatrienio. Tal parece que pasamos de un extremo a otro. Al menos teóricamente.
Empecemos hablando un poco del gobierno del presidente saliente. Este fue un gobierno de aciertos y desaciertos, como todos, pues aparte de un interés personal, los gobernantes en general siempre quieren hacer el bien, por lo menos desde su perspectiva. Para mí, los desaciertos estuvieron marcados por su inexperiencia, falta de autoridad, ademas de falta de canales apropiados de escucha e interlocución con el pueblo y sus sectores. También le faltó suspicacia en el manejo político, lo que le costó su popularidad y el respaldo.
Así las cosas, se dedicó a mejorar lo bueno y a perpetuar lo malo, esto último por su falta de liderazgo para realizar cambios. Al parecer, el actual presidente electo interpretó bien los sentimientos de inconformidad de la población y los capitalizó para lograr lo que siempre había anhelado ―casi como un capricho o una obsesión—, estar al mando del poder ejecutivo de NUESTRA nación.
Hace solo unos renglones dije que habíamos pasado de un extremo al otro con esta elección, pero solo a modo teórico, porque créanlo o no, y a pesar de algunos desmanes propios de la politiquería, la democracia en nuestro país funciona, y la democracia hace que los líderes converjan casi siempre, en un punto medio (cosa demostrada en el gabinete elegido por Petro, que es mixto frente a los espectros políticos) donde al final, deberá gobernar con todos. Cuando menos, los sectores perdedores tienen instrumentos propios generados por la evolución de nuestra democracia, mecanismos que les otorgan voz y voto. Esperamos que los contrapesos democráticos otorguen esas garantías.
Sin embargo, no podemos desconocer que para muchos colombianos, empresarios en especial, existe un alto nivel de incertidumbre con la llegada del gobierno electo que tomará posesión a partir del próximo 7 de agosto. Y no es un hecho menor, que el pasado de Gustavo Petro desconcierta y los mensajes que ha enviado, no han sido los más apropiados: control de la tasa de cambio; reformas necesarias pero demasiado bruscas como la de la salud, el campo, la justicia, las pensiones y, la peor, una reforma económica mucho más ambiciosa que la que generó el estallido social de hace un año.
Todo lo anterior asusta, pero quienes creemos en la democracia, creemos que las instituciones estarán a la altura para evitar cambios profundos que atenten contra lo que se ha construido. Confiamos en que esta nueva visión también pueda estar a la altura de todo intento de desviación y pueda darle el enfoque moderno a los diferentes sistemas que necesitan evolucionar, por lo menos intentarlo, ya que no sabemos si la visión que entra al palacio efectivamente va a ser la “verdad revelada” que dice ser.
Como siempre lo he dicho, las visiones que parecen ser ideales y lógicas, no son necesariamente las que obtienen los mejores resultados, pues el éxito de estas depende de la capacidad de acomodación de las sociedades a las mismas, es decir, son realmente las personas y la cultura de un país, las categorías que terminan definiendo si cierta visión funciona o no, y no propiamente la visión como tal.
Pero ojo, no todo es catastrófico, al contrario, a pesar de que tengo mis reservas sobre realizar cambios bruscos en vez de paulatinos, conservo algo de fe en todo esto. Hay que abonarle al mandato entrante que está tratando de formar un equipo como lo había concebido, de centro, mixto, y que además es experimentado. Lo anterior puede ayudar a converger y recoger ideas de todos los sectores para generar cambios reales, que es el objetivo principal de este nuevo gobierno, (insisto, ojalá respetando lo construido) y donde por fin se desarraigue a los mismos de siempre, esos que no quieren bajarse de los escaños de poder, y que no permiten que el país avance a paso firme.
Y con lo anterior, no me refiero a que pondremos fin a los corruptos, porque les aseguro, estos permanecerán, pues estoy convencido que simplemente llegarán otros nuevos solo que con otra ideología, pero corruptos al fin y al cabo; y por supuesto, otros que ya estaban se acomodarán para seguir robando. Es un tema cultural y de justicia real, más que de espectro ideológico. En fin, no me refiero a esos, me refiero a los que no permiten que la nación avance, creando barreras que impiden la democratización de instrumentos como el acceso al crédito, a la tecnología, o simplemente poniendo trabas al que quiere salir adelante.
Esos sujetos nunca entendieron realmente que una clase media empoderada, podía hacerlos más ricos a ellos y a todos. En contraste, prefieren ser los capataces de una finca pobre para ser solo ellos.
En conclusión, a pesar de que tengo mis reservas sobre lo que puede ser el nuevo gobierno, también tengo mi esperanza de que además de respetar la democracia, va a generar condiciones de oportunidad y equidad. Es posible implementar un capitalismo real, y no uno de rosca como el que hay actualmente, uno que nos permita emprender, generar riqueza y, sobre todo, que conduzca a un Estado de bienestar, o por lo menos un sistema económico y político que pueda generar condiciones mínimas de dignidad, ojalá sin quitarle a unos para darle a otros, sino al contrario, generando, como lo decía antes, más riqueza para todos.
Creo que este gobierno lo puede lograr, siempre y cuando haga a un lado cualquier interés revanchista o no se permita asomos de complejo de superioridad producto de un ego que no reconoce otras voces.
Presidente Petro, como muchos colombianos, no aspiro a ser el palo en la rueda, desde la independencia aplaudiré lo bueno, alzaré mi voz en lo que considere equivocado, pero todo desde la objetividad y la concordia. Buen viento y buena mar. ¡Primero Colombia!