No es fácil que una empresa llegue a los 40 años. Menos aún un medio de comunicación. Un periódico de edición diaria. Ese es el mayor logro de EL DIARIO: existir.
La prensa escrita llegó a su top hace ya varias décadas. https://anaforas.fic.edu.uy/jspui/handle/123456789/20146 Hubo un momento en que ponía presidentes. El poder que alcanzó a tener, por ejemplo, El Tiempo, fue asombroso. Se decía que un editorial suyo ponía o quitaba ministros. Luego vino la radio, después la televisión, y ahora todo lo relacionado con https (protocolo seguro de transferencia de hipertexto) es lo que se extiende… ya aparecerán otros cambios ¿la holografía?
Haber fundado un diario en 1982 fue algo atrevido. Si bien 7 años antes había surgido La Tarde, creer que había espacio para dos diarios en la ciudad (y el departamento), era eso, un atrevimiento. Difícilmente alguien pensaría que 34 años después, el recién llegado, absorbería al otro, confirmando que, sólo había espacio para uno. Esa también fue una apuesta enorme.
EL DIARIO ha estado lleno de esas “apuestas”. Tampoco se puede olvidar que pocos meses antes de adquirir su rival, en 2015, el co-director administrativo, Javier Ignacio Ramírez Munera, JIRAMIRE, tras 33 años, tomó la decisión de vender su parte al co-director comercial, su hermano Luis Carlos, LCRM. O que, en 1991, esté ultimo había fundado La Crónica de el Quindío, hoy dirigida por su hija: La nieta del prócer, don Javier.
Las empresas, las instituciones, están marcadas por sus líderes. Es el sello. Más aún cuando ese liderazgo se extiende por décadas. En EL DIARIO lo pone el doctor LCRM. A quien, curiosamente, a pesar de mi relación con el periódico desde 1994, pues he sido su columnista semanal o quincenal, hasta ahora (…); sólo vine a conocer personalmente en la primera reunión de empalme con escribientes del otrora diario liberal, en 2016. Mi relación personal había sido con su hermano, con quien, entre otras cosas, creamos Pereiranos por la Paz, 1998-2001.
Me habían dicho que era un hombre distante, frio, “Godo”. Y conocí una persona amable, muy buen conversador, con un gran conocimiento de la ciudad, del departamento, de los diversos escenarios de poder, en fin, sus años como “político”, senador, viceministro, etcétera, se le notan en sus dotes relacionales con los demás. Abogado, administrador, que ha demostrado ser un gran empresario: seguramente sin él -y el soporte de su familia intima- al igual que ha pasado con decenas de medios de comunicación en el mundo entero, ya EL DIARIO tampoco existiría (quienes me leen o conocen, saben que, muy pocas veces “echo flores” …).
El camino que sigue es la extensión de la apuesta. Las “cañerías informativas” de las redes sociales, son reinas. EL DIARIO se ha ido adaptando. Inmediatez, diseño digital atractivo, calidad en la información, son aspectos difíciles de combinar, empero, periódico que quiera sobrevivir pasa por ese reto. Hay un plus que se le reclama a todo medio y es el de la investigación. EL DIARIO tuvo una unidad investigativa en los 90. En el escenario pueblerino, provincial, que aún se respira en Pereira y Risaralda puede rozarse con mucho actor, empero, ya pequeños medios han mostrado todo el espacio que existe al respecto. Una fuente de recursos, es la memoria digital, la que se tiene -supongo- de EL DIARIO y la que se recibió de La Tarde. Ponerla en línea, y si es del caso, comercializar su acceso en parte o en todo. En fin: ideas.
Hoy hay EL DIARIO, Luis Carlos Ramírez Munera y familia, para rato. Un abrazo para ellos y para todos sus equipos de trabajo, en especial para doña Cielo Moreno.
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