Lejos estamos de la Guajira, territorio encantador e importante de Colombia, al que es difícil no encontrarle referencias como “la tierra del olvido” debido al recurrente abandono estatal. El caso más reciente aflora en el conflicto entre la multinacional ENEL y los Wayuu, cuyo criterio de noticiabilidad ha estado guiado en la línea de un super proyecto de energía eólica del que “han tenido” que desistir, lo que, según variopintos análisis, algunos con tufillo neocolonial, es culpa de comunidades indígenas “opositoras al desarrollo”.
Digamos previamente, mi escaso conocimiento de la región obedece al contacto con el movimiento cívico que rechazaba el desvío del arroyo Bruno por parte de Carbones Cerrejón. En consecuencia, para entonces, algunos comunicadores de Risaralda realizamos varios trabajos en la materia.
Desde entonces, mucha agua ha dejado de correr por la Guajira. El caso recientemente noticioso, implica a ENEL y a los Wayuu, y en este baile entran los flamencos rosados porque son una especie migratoria que se desplaza entre Venezuela y Colombia, llegando a la Guajira, y se ha reportado saldrían afectados por miles de molinos de viento y paneles solares de este tipo de proyectos que hacen parte de la denominada transición energética. (Flamenco rosado, afectado por construcción de parques eólicos en la Guajira. El Espectador, noviembre/ 2022)
En la tarea inicial de buscar fuentes encontré un buen texto alojado en indepaz.org, escrito por Joanna Barney. Según referencia la investigadora, “la comunidad Wayuu celebraba con júbilo dicho retiro del proyecto Windpeshi”. Y explica que de cinco parques eólicos que ENEL parece mantener en la Guajira, tres reportan conflictos con comunidades.
Su texto es la otra versión de “lo que no cuenta ENEL”, con acierto así titulada, “la versión del territorio”. Enseña que, desde un inicio, las comunidades decidieron apostarles a los proyectos, participando de las consultas previas para conducirlos a buen término.
¿Qué pasó entonces? se encontraron deficiencias en los procesos de consultas previas, faltas y omisiones que no conocíamos: un manual de interrelacionamiento cultural contratado con la universidad de la Guajira, y que uno de sus autores, la comunidad, no conocía; comunidades instadas a no tener asesores externos en el periodo del desarrollo de las consultas previas, múltiples reclamos de algunas de las doce comunidades que hicieron parte de esta etapa dadas las deficiencias en los proyectos productivos, retrasos, aparición de nuevas obras, subcontrataciones con empresas acusadas de captación ilegal de agua en una zona con estrés hídrico, entre otros. Y fue al final de esto, tras el levantamiento del último paro, que ENEL acusa una inseguridad jurídica para su proyecto, desistiendo de su construcción.
Vale la pena estudiar en detalle el documento, incluidas sus fuentes. Por mi parte, estoy en búsqueda del reciente libro de INDEPAZ: “Por el mar y la tierra guajiros, vuela el viento Wayuu”. Mientras tanto, seguiré alimentando el deseo de regresar a la Guajira, incluirá al área protegida del Santuario de Flora y Fauna de los Flamencos.