En un sombrío retrato de la negligencia y el desdén, Juan Guillermo Ángel descubre el estado calamitoso de las Autopistas del Café. Su condena sin paliativos de la gestión de nuestra infraestructura vial en Colombia, y en particular del puente El Alambrado, revela una profunda crisis. Nos encontramos en una encrucijada donde la libertad de expresión se ve amenazada y la desesperación regional ante el abuso sistemático se hace cada vez más patente. ¿Hasta cuándo permitiremos que el futuro de nuestro país se vea ensombrecido por tal descuido?
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