Muy breve reseña sin un solo spoiler; entre con confianza a esta lectura para que no salga echando madres de la sala.
Es una verdad de Perogrullo que esta reseña no tiene interés en desestimular la compra de la boleta del fin de semana; igual, si así lo intentáramos, sabemos que irás a verla. Marvel posee los nuevos sacramentos, y hay que seguirlos a rajatabla. Es una nueva fe, baby.
Y volviendo al asuntillo del terror y del gore… Siempre alguien saltará de la butaca, dirá que la cosa no es así y, como no podría ser de otra manera, que Blade, con el rudo Wesley Snipes, sería lo más parecido, parecidito, a una peli de superhéroes de terror. Otros dirán que no existe tal cosa.
Convenimos con los del sí. A propósito, la película que abriría la lata del éxito de Marvel pronto tendrá un nuevo versionado. Y en la piel de un actorazo: Mahershala Ali, ganador de dos óscar como actor de reparto en menos de tres años (2016-18), hito actoral que conseguiría con Moonlight y Greenbook, respectivamente.
Ya, ya, otro listillo dirá que las películas que señalaron la veta de oro de los superhéroes fueron Spiderman de Sam Raimi, subsecuentemente Iron Man, y que nos estamos yendo por las ramas. Lo último cierto.
Pero volvamos a lo del terror, por segunda vez. Ese tufillo de película siniestra Marvel , con todo el andamiaje del género de Raimi (demonios, zombies, brujas, hechiceras, sacrificios sin cabras) fue lo que más capturó nuestra atención. En los respectivos tráileres ya presentíamos un ejercicio de tal naturaleza, Raimi, a modo de broma, lo anticipaba.
Pilas, con esto último, no olviden que el tipo es un especialista de dos géneros: acción y terror. Por allí le recordamos famosas de terror: Arrástrame al Infierno, el Grito, Sácame de aquí, Polstergeist, entre otras.
No obstante, el inicio directo y duro al grano, pudo desviar la atención de esa sospecha: pura acción dura como si se tratara de otra Avengers o de una de sus viejas joyas como Hard Target. Pero ojo, de súbito la trama se tiñe con los colores que los artistas ya venían preparando con Wanda Vision: rojito loco. Lo que nos lleva a la experiencia cuasi terrorífica: entre la música de Danny Elfman, la anticipada promesa de Sam Raimi de pegar susticos, y un CGI impecable que ya quisiera Castle Rock para sus pelis de terror, uno por momentos se agarra de la butaca. Los que vamos solos pues.
Y aquí va una hipótesis peregrina (no hagan mucho caso). ¿Por qué se han decantado ahora por este experimento semifallido? Una razón notable, se llama DC: también sinónimo de cine duro con huevos (no todas entran allí, desde luego, no son tantas como muchas, pero si muchas más que las de Marvel). Marvel, como Disney, es el tipo que quiere caerle bien a todos (inclusión le llaman), y por allí no anda de buenas piñas con el público que religiosamente compra los comics inusualmente cruentos de muchas franquicias.
Ahora bien, no es nada extraño que las películas de superhéroes, como quien no quiere la cosa o deliberadamente, experimenten con formatos, ya vimos recientemente cómo los géneros se han permutado, magistralmente, en metrajes como los de Joker, o The Batman. Marvel tiene esta asignatura pendiente desde hace ya mucho rato. La pita se le acaba, y a fuerza de repetir la fórmula quedará como el famoso niño “Yo no fui”. El comic, por su parte, se salva: lo viene haciendo desde hace décadas. Es su obligación si desean sobrevivir.
Por cierto, una de sus grandes virtudes, o quizás obligaciones, es lograr concretar los rizomas del Multiverso que ya habíamos visto en los seriados (Loki y Wanda Vision, sin sobreabundar en otros nombres). Con los Vengadores cascados ―apostamos nuestras monedas a que Thor ya va de salida también—, tocaba otra tarea indispensable para seguir vendiendo boletas y “estriparle” las tetas al merchandising de la vaca marvelita.
No se puede entender de otra manera. Citemos un ejemplo concreto y lejano: nuestros héroes en la recta final de la Segunda Guerra Mundial tenían, en su mayoría, enemigos comunes: los nazis. Una vez acabada la conflagración, la Cortina de Hierro ofreció un acicate perfecto, el comunismo; una vez colapsada la Unión Soviética, y tal como lo documenta Carl Sagan en su célebre El Mundo y sus demonios, los alienígenas ocuparon la imaginación de directores de cine, escritores dibujantes y libretistas. Claro que era una cosa que ya funcionaba con las revistas Pulp del primer cuarto de siglo.
Bueno, pa que se acabe la vaina: ¿qué tan buena es? Sigue como muchas de sus predecesoras sin lograr destronar a lo mejor de su casa o a lo mejor de la casa vecina. Aunque tenía los ropajes para ser una de las películas más serias y maduras del MCU, y eso que un ejercicio tal es harto fácil, con todo, Dr. Strange Multiverse of Madness se queda en primera, cae en los deliciosos pecadillos a lo que nos tiene habituados: chistes baratos en momentos muy serios, caricaturización de personajes canon (si les contamos ya es spoiler), el cameo sin mayor función narrativa solo para pagar favores, diálogos melodramáticos que no vienen a cuento, cursilerías entre pseudoenamorados, en fin.
¿Aguanta verla? Pues nada, que lo entretiene lo entretiene. Vaya y la ve, va a ser que no, pasa un buen rato y come palomitas con lo que puede alcanzar para almuerzo y cena con esta inflación de madness. Mal que bien, el público sigue feliz con la fórmula. Usted no aprende Sr. Simpson, ¿verdad?
2 comentarios
Muy buena crítica, a pesar de seguir con la línea de las películas de Marvel de mantener entretenido a un público amante de los efectos especiales, historias ligeras y fantasiosas, con personajes heroicos y llenos de cualidades y virtudes que por un rato nos sacan de la realidad. Se le abona que tuvo por momentos algo que me gustó, como dejar ver ese lado oscuro, mostrar más como los comics que esos heroes admirados también pueden ser personajes llenos de defectos y facetas desconocidas, que no hacen siempre las cosas de manera correcta, eso la hace diferente de su antecesora y de varias películas del universo Marvel.
Estimada, muchas gracias siempre por ofrendarnos tu valioso tiempo e inestimable opinión.