La educación es uno de los derechos humanos más importantes que tenemos. Es a través de ella que nos formamos como ciudadanos críticos y conscientes, capaces de construir una sociedad justa y equitativa. Por eso, es preocupante ver que los maestros de FECODE salgan a marchar en apoyo al gobierno, sin conocer las reformas que se quieren implementar, más que preocupante, es una contradicción.
Como padre de familia y educador, sé lo importante que es la educación de nuestros hijos. La escuela es el lugar donde ellos pasan la mayor parte de su tiempo y donde aprenden no solo matemáticas y literatura, sino también valores como el respeto, la empatía y la tolerancia. Es por eso que me preocupa ver que se interrumpan las clases para marchar en favor de algo que aún no conocen, es sin duda un tiro en el pie al no saber si las reformas vienen con micos que terminen afectando al gremio de educadores; o simplemente, es un salto al vacío con el objeto de deificar a un ciudadano que hoy funge como Presidente.
La educación no puede ser un juego político. Los maestros tenemos la tarea de formar a ciudadanos críticos y conscientes, y para ello es necesario que seamos imparciales y éticos. No podemos permitir, que el activo más valioso que tenemos sea utilizado como moneda de cambio en procesos políticos opacos; y que lejos de ser la transformación, se perfilen a ser el continuismo en cuerpo distinto.
Es cierto que los cambios en las leyes y políticas públicas pueden tener un gran impacto en la vida de las personas. Pero para poder participar en estos procesos, necesitamos acceso a la información y la evidencia necesaria para entenderlos y debatirlos. La transparencia y la claridad son fundamentales para el diálogo constructivo y el avance de nuestra sociedad, aquí claramente ni lo uno ni lo otro; y menos pedir que aclaren porque oscurecen.
Los docentes somos piezas fundamentales en la formación de las futuras generaciones. Tenemos la tarea de inculcar valores como la ética, la transparencia y el compromiso con la formación integral de los estudiantes. Dicha tarea debe estar guiada por la imparcialidad para que los estudiantes puedan desarrollar todo su potencial sin sesgos ideológicos.
En conclusión, la educación no puede ser un juego político. Los profesores tenemos la obligación de formar a ciudadanos críticos y conscientes, y para ello es necesario que seamos imparciales y éticos.
La educación debe fomentar la reflexión y el pensamiento crítico basado en la información y la evidencia. La transparencia y la claridad son fundamentales para el diálogo constructivo y el avance de nuestra sociedad.
La educación es un derecho humano fundamental que debe estar libre de intereses políticos o partidistas, y debe estar guiada por valores que promuevan la formación integral de los estudiantes.
Apreciado padre de familia, si el 14 de febrero de 2023 su hijo o hija no tuvo estudio, recuerde que fue producto de una marcha en apoyo a las reformas de un gobierno que hasta hoy no se conocen; en otras palabras, producto al apoyo de una información y evidencia, que brilla por su ausencia.