Muchos consideran que Netflix ha logrado una gran epopeya, brindar formato audiovisual a una de esas hijas caprichosas del noveno arte.
¿De qué se trata esta aventura surrealista?
El Corintio, una de las creaciones de Morfeo, Rey del Sueño,decide vivir el sueño americano, pero en el reino de la vigilia; y esto anterior con las consabidas problemáticas que puede generarle a un migrante sin papeles. Máxime si es un asesino a sangre fría y no quiere llegar a lavar retretes.
Con todo el hacendoso talante de un agente de fronteras, y con un enfermizo complejo de autogestión, el Soberano de Ensueño, Sandman, decide pasar el charco cuántico para ir por este chacho. Entretanto, en el mundo de los mortales tiene lugar un rito, específicamente en una opulenta mansión donde oficia un mago de artes oscuras. El susodicho Magus y sus discípulos deciden apresar a la Muerte para devolver a la vida a sus seres queridos; el rito funciona, pero atrapan a un Eterno inesperado, nuestro señor de las noches muy felices. Y este desaguisado ocurre justo cuando el jefazo de El Corintio está por someterlo a su soberano gusto. De aquí en lo sucesivo seremos testigos de diversas aventuras mágicas, cruentas, melodramáticas y, cuenta con ello, meditabundas.
Hasta aquí te contamos para no arruinar las sorpresas, pero sí deseamos contarte otras razones por las que te conviene ver este seriado.
Lo primero que te gustaría saber es que Sandman es una adaptación de la famosísima novela homónima de Neil Gaiman: cualquier neófito puede enterarse, vía el oráculo de Google, de que cualquier ranking de comics entroniza a Sandman entre los mejores de la historia.
¿Pero… quién es su creador? Hablamos del británico Neil Richard Gaiman, un pequeño Davinci para el entretenimiento del siglo XX y el XXI; quisieron las musas besarlo con la gracia de las artes, así que fue aquejado de polimatía escritural, por lo que se desempeña con destreza en cosas tan variopintas como la creación de guiones para cine, series, teatro, novelas gráficas, non fiction, etc., ah bueno, me dicen por interno que también bebe y baila, y que ha sido ganador de los premios Hugo y Nébula, algo así como los premios Nobel de la fantasía y la ciencia ficción.
¿No lo pillas aún? Tal vez recuerdes mejor a Coraline, u otras obras adaptadas como Dioses Americanos (Amazon) o Buenos Presagios (Amazon), en compañíade otropequeño gigante de la escritura moderna:Terry Pratchett, el autor del universo de Mundo Disco. Puras bicocas del medio. Como podrás estar sospechando, el tipo es un crack y casi todo lo que está bajo su lente creativa es oro puro. Otro rey Midas para el streaming.
Sandman podría interesarte, además, siempre que cuenta con algunas de las estrellas que ya vimos en GOT o Harry Potter, a decir verdad, sus caracterizaciones son las más consistentes, alguna flojera en algún apartado, como es normal en cualquier producción, pero con la suficiente fuerza histriónica para hacernos creer en las motivaciones, sueños y desafectos de los involucrados en esta mágica historia.
Por desgracia, y a despecho de lo anterior, no todo es tan bueno como pinta. En ese mismo apartado actoral se empiezan a ver las costuras del muñeco: las fulgurantes presencias mencionadas duran en pantalla lo que dura un Tik Tok, así que se esfuma la posibilidad del desarrollo de arcos verosímiles y consistentes cuando pierdes a bocajarro piezas actorales tan valiosas en tan pocos capítulos (sea o no que la cosa así esté ordenada en el comic), esto es, van y vienen personajes con demasiada ligereza. Y los que se quedan más de la nota, nos parece que no tienen la suficiente estatura para el encargo histriónico.
De hecho, consideramos que uno de los mejores capítulos, precisamente se logra por la dimensión del poder actoral de uno de los involucrados, y esto lo vemos concretamente en el capítulo llamado 24/7, aquí cifra su apuesta la producción de Warner: Sandman empieza a virar deliciosa y grotescamente, y a mostrarnos las verdaderas credenciales de este juego onírico.
Sin embargo, vuelven y meten mal la caja de cambios, y de nuevo pasamos del clímax al aburrimiento mientras debemos despedir unos actores de envergadura y recibir la impericia de los más novatos en una nueva espiral de sucesos (como si nos contaran capítulos de otro Sandman). Ya que te gusta la mitología, y Sandman es un testamento de mitología, vale la pena mencionar que la anterior flaqueza de la serie nos recuerda al mito de Sísifo.
¿Morfeo se salva? El guapo y larguirucho Eterno, con el aspecto triste de un cuervo de la tarde, posee una voz (en inglés) de juez de Trono Blanco, además de dos gemas rutilantes engastadas en rostro de mármol; pero vuelve y juega, su despliegue no es del todo decidido, a veces luce devastador como Sueño, otras veces se le ve bobalicón y pueril. ¿El Corintio? Apuesta segura, es caballo ganador.
Regresando al Rey del Sueño, su tono confesional (voz en off intimista) ya nos advierte de un sinnúmero de reflexiones que se vienen sobre nuestra percepción de la realidad, las relaciones con nuestros allegados y extraños, el poder, la vida y la muerte. Y si es o no es suficiente, hay capítulos enteros donde se esbozan diálogos muy filosóficos; hombre, que eso no tiene nada de malo, por el contrario, es fantástico y saca la línea narrativa de la rutinaria composición a la que nos hemos visto sometidos con la plaga de langostas del cine de superhéroes, claro, tendrá un público sacrificado para ponderar esas serias cavilaciones.
Así mismo, el tono lírico orquestado por un ejecutante del sueño, nos advierte que la acción de Sandman tiene otros ribetes: cada vez que se va a repartir tortazos con algún enemigo, nos quedamos con una batalla simbólica de diálogos eufónicos, pulso de voluntades o trampas retóricas; de hecho, el enfrentamiento contra Lucifer, seguramente no el último, se resuelve en una justa de talento poético. Razón de más para advertir que la serie no encajará con algunos perfiles de Netflix.
Necesito que me digas si es buena o no…
Sandman es correcta es muchos sentidos, tiene potencial para ser el nuevo grial de Netflix. Pero aquí viene el comentario impopular que nadie quiere leer: todavía le falta papa y yuca.
El problema no es Sandman… Sandman es una obra de altísima calidad, el problema es la puesta en juego de los elementos narrativos audiovisuales para que ese Sandman goce del mismo clamor y proporcione el mismo éxtasis que presupone la obra gráfica: la composición narrativa no es del todo sólida, fallan las cargas histriónicas (unos actores se dejan la piel, otros solo quieren cuarto de hora y su cheque); falla el tono: o nos ponemos modo neo noir, o nos ponemos modo Disney; falla incluso la música extradiegética (demasiado blanda y edulcorada cuando no hace unos minutos el Corintió le sacó los ojos a buen feligrés). Creemos, mientras te rasgas la vestidura, que no se creyeron del todo el cuento, no creyeron del todo que estaban adaptando una cosa formidable. Y entre una falta de diligencia y otra quedamos metidos en las aguas tibias de la producción.
Como sea, a pesar de por momentos estar aquejado de un ritmo cansino entre capítulos, y otras cosillas, y ya que no has visto la serie, o puedes refrendarlo si ya empezaste con ella, te encantará saber que el primer capítulo de Sandman se ahorra los preámbulos, va directo al rollo, y nos permite entender en pocos minutos lo que viene. Su conjunto, con sus respectivos bemoles, hará las delicias de los seguidores de la obra de Neil Gaiman, como de los amantes de este género. Si lo logran hacer con la suficiente pericia o no, y logra pasar a la historia, eso ya es cuento que merecerá otras cuartillas.
Ahora, la verdad es que, por más que un purista sacado del trasero de Zeus te lo diga, no necesitas ser seguidor del comic de Gaiman para disfrutar la serie; desde luego, los seguidores estarán más pendientes de si la cosa es fiel o no a la obra, claro que sí, puede que incluso la disfruten más. Pero si apenas llegas como explorador casual, tendrás algo digno de ver y no tendrás tantos compromisos o líos sentimentales para disfrutarla o rebatirla.